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Brasil se convirtió el jueves en el segundo país en superar las 400.000 muertes por COVID-19, tras haber perdido 100.000 vidas en apenas un mes, y mientras algunos expertos advierten que puede haber más días terribles cuando empiece el invierno en el hemisferio sur.

Abril fue el mes más mortífero para Brasil en lo que va de la pandemia, ya que miles de personas fallecieron a diario en hospitales hacinados.

El Ministerio de Salud del país sudamericano registró más de 4.000 decesos en cada uno de dos días a principios de mes, y su promedio de siete días superó los 3.100. Esa cantidad ha ido a la baja en las últimas dos semanas, a menos de 2.400 muertes al día, aunque el jueves la dependencia reportó 3.001 fallecimientos, elevando el total de Brasil a 401.186.

Expertos en salud locales han celebrado la reciente disminución de casos y muertes, además de una menor presión sobre el sistema de atención médica de Brasil, pero lo han hecho con moderación. Están preocupados de que haya otra ola de la enfermedad —como las que se vieron en algunos países europeos— debido a una reanudación prematura de las actividades económicas en estados y ciudades, combinada con una lenta campaña de vacunación.

Menos del 6% de los brasileños han recibido las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19, de acuerdo con Our World in Data, un sitio web de investigación. El presidente Jair Bolsonaro, quien es investigado por un panel del Senado por el manejo de su gobierno a la crisis sanitaria, ha repetido que será el último en recibir la vacuna, y ha criticado a los alcaldes y gobernadores que implementaron restricciones para controlar la propagación del virus.

Poco después de que se dio a conocer la sombría cifra, Bolsonaro dijo en una transmisión en vivo en sus redes sociales que “se ha anunciado un gran número de muertes” y «lamento cada deceso”. Pero repitió su postura contra las medidas de distanciamiento social.

Ruego a Dios que no haya una tercera ola” de coronavirus, manifestó. “Pero si las medidas de confinamiento continúan, este país será arrastrado a la pobreza extrema”.

El epidemiólogo Wanderson Oliveira, uno de los principales funcionarios del Ministerio de Salud al inicio de la pandemia, dijo que prevé que la nación enfrente una tercera ola de casos y decesos por coronavirus a mediados de junio. El martes, comentó a la estación de radio CBN que la campaña de vacunación de Brasil no evitará un nuevo repunte debido a que muchas personas no recibirán la vacuna antes de que empiece el invierno, cuando las reuniones y actividades en interiores son más comunes incluso en la nación tropical.

Nuestra vacunación avanza de tal modo que en 2022 quizás tengamos un verano menos trágico del que tuvimos ahora”, comentó en referencia a los últimos meses.

Añadió que prevé que los confinamientos parciales de las autoridades locales no serán de mucha ayuda. Muchos brasileños desobedecieron las medidas de distanciamiento social y los confinamientos, incluso en el punto más álgido de la pandemia.

La campaña de vacunación de Brasil, aunque está muy lejos de las exitosas campañas que tuvo en las últimas décadas, ha disminuido el ritmo de muertes entre los ancianos del país, de acuerdo con datos de actas de defunción publicados el lunes. Los jóvenes siguen desprotegidos, y se han contagiado en un número mucho más grandes a medida que circula una variante más contagiosa en Brasil.

Asimismo, el Ministerio de Salud del país ha recortado repetidamente sus perspectivas de vacunación a corto plazo. Los dos laboratorios más grandes del país enfrentan limitaciones de suministros para importar de los productores de China y la India, que se ha convertido en el epicentro de la pandemia a nivel mundial.

AP

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