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El hombre que perdió la vida en un ataque con drones perpetrado por EE.UU. en Kabul el pasado 29 de agosto era en realidad un ciudadano afgano pacífico que trabajaba para una ONG estadounidense, y no el conductor de un coche bomba como aseguraba Washington. La acción provocó también la muerte de nueve miembros de la familia de la víctima, siete de ellos niños, según una investigación del periódico The New York Times publicada este viernes.

De acuerdo con la versión del Pentágono, su “justo” ataque “eliminó una amenaza inminente” al acabar con la vida de “al menos una” persona que era una “facilitadora” del Estado Islámico del Gran Jorasán, conocido también como ISIS-K, organización que se atribuyó los atentados que el 26 de agosto mataron a más de 170 personas, incluidos 13 soldados estadounidenses, cerca del aeropuerto de Kabul. 

Padre de una niña muerta en el ataque con dron en Kabul: "Esto no es un error de EE.UU., es un crimen, y pedimos que se investigue este suceso"

No obstante, The New York Times “plantea dudas sobre esta versión de los hechos” tras investigar videos de cámaras de seguridad y entrevistar a más de una docena de compañeros de trabajo y familiares del trabajador humanitario asesinado. 

Los oficiales del Pentágono señalaron que en el momento del ataque no conocían la identidad del conductor del coche, pero lo consideraron sospechoso por la forma en que interpretaron sus actividades ese día, sugiriendo que visitó una casa segura del Estado Islámico y que en cierto momento cargó en el vehículo lo que podrían ser explosivos.

The New York Times, por su parte, identificó al conductor como Zemari Ahmadi, un ingeniero eléctrico de 43 años que desde 2006 trabajaba en la ONG estadounidense Nutrition and Education International (NEI), dedicada a luchar contra la malnutrición en Afganistán. Ahmadi había solicitado el reasentamiento a EE.UU.

Otro de los descubrimientos del periódico fue que los viajes de Ahmadi el día del ataque en realidad tenían como objetivo transportar a colegas hacia y desde el trabajo, mientras que un análisis de videos de cámaras de seguridad mostró que lo que cargó en el vehículo eran recipientes de agua y no explosivos.

Por otra parte, el medio investigó las declaraciones de los militares estadounidenses sobre las “explosiones secundarias” ocurridas después de su ataque con drones, las cuales, según ellos, eran una prueba de que el vehículo contenía explosivos. Varios expertos que examinaron la escena del ataque no encontraron evidencia de una segunda explosión y concluyeron que el daño fue consistente con un solo ataque de dron.

Reacción del Pentágono

Comentando la investigación de The New York Times, el portavoz del Pentágono, John Kirby, declaró a los reporteros que el Comando Central de EE.UU. (Centcom) “continúa evaluando” el ataque, pero aseguró que “ningún otro Ejército trabaja más duro” que el estadounidense “para prevenir bajas civiles”, recoge AFP.

“Como dijo [el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., Mark] Milley, el ataque se basó en buena inteligencia, y todavía creemos que evitó una amenaza inminente para el aeropuerto y para nuestros hombres y mujeres que todavía estaban sirviendo en el aeropuerto”, señaló Kirby.

AFP – Reuters

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