Las nuevas medidas pretenden tener un impacto notable en la economía rusa.
El gobierno del presidente Joe Biden anunció el jueves nuevas y duras sanciones a Rusia y culpó formalmente a la principal agencia de inteligencia del país por la sofisticada operación de hackeo que vulneró las agencias del gobierno estadounidense y las mayores empresas del país.
Las sanciones están destinadas a impedir los préstamos al gobierno ruso y son el esfuerzo más amplio realizado hasta ahora para fortalecer a las sanciones financieras, que en el pasado no han logrado disuadir la actividad rusa.
En una orden ejecutiva, Biden anunció una serie de medidas adicionales: sanciones a 32 entidades e individuos por esfuerzos de desinformación y por llevar a cabo la interferencia del gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2020. Diez diplomáticos rusos acreditados en la embajada en Washington, la mayoría de ellos identificados como agentes de inteligencia, fueron expulsados del país. El país también se unió a sus socios europeos para sancionar a ocho personas y entidades asociadas a la ocupación rusa en Crimea.
El anuncio es la primera vez que el gobierno de EE. UU. ha culpado del ataque de cibernético “SolarWinds” al Kremlin, al decir que fue ideado por el SVR, una de las agencias de inteligencia rusas que también estuvo involucrada en el hackeo del Comité Nacional Demócrata hace seis años. El hallazgo coincide con las conclusiones de empresas privadas de ciberseguridad.
Las sanciones, ampliamente esperadas, llegan en medio de un gran despliegue militar ruso en las fronteras de Ucrania y en Crimea, la península que Moscú anexionó en 2014.
Las medidas constituyen lo que los funcionarios de Estados Unidos describieron como pasos “visibles e invisibles” en respuesta al hackeo, conocido como SolarWinds y al largo esfuerzo de Rusia por interferir en las elecciones de Estados Unidos en nombre de Donald Trump. La clave de la efectividad de las sanciones, reconocen los funcionarios, será si los aliados europeos y asiáticos están de acuerdo con esa prohibición, y si Estados Unidos decide tratar de extender las sanciones con la amenaza de aislar a las instituciones financieras de todo el mundo que negocian con esos bonos rusos, de la misma manera que ha aplicado “sanciones secundarias” contra aquellos que hacen negocios con Irán.
En una conversación con el presidente Vladimir Putin el martes, Biden advirtió que Estados Unidos iba a actuar para proteger sus intereses, pero también planteó la posibilidad de celebrar una cumbre entre ambos líderes. No está claro si Rusia sentirá ahora la necesidad de tomar represalias por las sanciones y expulsiones. Los funcionarios estadounidenses ya están alarmados por la acumulación de tropas a lo largo de la frontera de Ucrania y la actividad naval rusa en el Mar Negro.
Y dentro de las agencias de inteligencia estadounidenses se ha advertido que el ataque de SolarWinds —que permitió al SVR colocar “puertas traseras” en las redes informáticas— podría dar a Rusia una vía para ejercer actividad cibernética maliciosa contra las agencias gubernamentales y las empresas.
Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, ha dicho a menudo que las sanciones por sí solas no serán suficientes, y afirmó que habrá acciones “visibles e invisibles” contra Rusia. Biden, antes de su toma de posesión, sugirió que Estados Unidos respondería de la misma manera al hackeo, lo que parecía sugerir algún tipo de respuesta cibernética clandestina. Pero pueden pasar semanas o meses hasta que salga a la luz cualquier prueba de esa actividad, si es que sucede.
Las acciones tomadas el jueves fueron una respuesta al ataque Solar Winds y la interferencia rusa en la elección. Además, funcionarios del gobierno estadounidense dijeron que habían enviado mensajes diplomáticos a Rusia expresando preocupación sobre los informes de inteligencia de que ese país había pagado recompensas para alentar ataques talibanes a tropas estadounidenses. Pero un alto funcionario dijo que las agencias de inteligencia tenían poca o moderada confianza en su evaluación respecto al tema, porque se basaba en parte en información proporcionada por detenidos.
Michael D. Shear es corresponsal de la Casa Blanca. Trabajaba en The Washington Post, donde fue parte del equipo ganador del Pulitzer que cubrió el tiroteo de la universidad Virginia Tech en 2007.
David E. Sanger es corresponsal para temas de seguridad estadounidenses. En su carrera de 36 años como reportero en The New York Times ha formado parte de tres equipos ganadores de premios Pulitzer, más recientemente en 2017 por Periodismo de Asuntos Internacionales. Su libro más reciente es The Perfect Weapon: War, Sabotage and Fear in the Cyber Age.
Steven Erlanger es el corresponsal diplomático jefe en Europa, vive en Bruselas. Previamente, reportó desde Londres, París, Jerusalén, Berlín, Praga, Moscú y Bangkok.
Andrew E. Kramer es un reportero del buró en Moscú. Fue parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer en 2017 por cobertura internacional de una serie sobre la proyección encubierta del poder de Rusia.
NewYorkTimes