Las autoridades chinas anunciaron en 2013 la Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa que inicialmente ten??a la forma de un proyecto para promover la renovaci??n y la expansi??n de la infraestructura en los pa??ses colindantes con el gigante asi??tico a fin de facilitar los procesos comerciales de China.??Sin embargo, a lo largo de los ??ltimos a??os ha venido expandi??ndose tanto geogr??fica, como??sectorialmente, abarcando??aspectos??financieros, de seguridad e incluso culturales.??
La crisis en las relaciones entre China y EE.UU. que se produjo durante el mandato de Donald Trump llev?? a que los oponentes de esta iniciativa levantaran la voz y comenzaran a llamar la atenci??n al hecho de que Pek??n utilice este Puente Terrestre Euroasi??tico como un instrumento de presi??n econ??mica y pol??tica sobre varios pa??ses del mundo.
Aun m??s, en marzo de 2021 el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, propuso que los pa??ses democr??ticos crearan su propia alternativa a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que implica la apertura de nuevas rutas comerciales y corredores de transporte. ??Por qu?? la idea china de facilitar la fluidez del intercambio de mercanc??as se convirti?? en una ‘piedra de tropiezo’ en las relaciones entre el pa??s asi??tico y Occidente?
Lineamientos estrat??gicos de la iniciativa
El fundamento de esta iniciativa consiste en promover un nuevo modelo de cooperaci??n y desarrollo internacional mediante el fortalecimiento de los mecanismos y estructuras regionales bilaterales y multilaterales con la participaci??n de China, basado en el esp??ritu de la antigua Ruta de la Seda en tiempos medievales.
Adem??s, la Franja y la Ruta adquiri?? el objetivo de estimular la prosperidad econ??mica de los pa??ses involucrados, fortalecer los intercambios culturales y los lazos de diferentes civilizaciones, adem??s de promover la paz y el desarrollo sostenible.
El pasado 24 de junio el ministro de Relaciones Exteriores de China Wang Yi??revel????que actualmente??150 pa??ses??participan en la Nueva Ruta de la Seda. Adem??s,??el intercambio comercial??entre China y sus socios en el proyecto??super?? los??9,2 billones de d??lares. A su vez,??las??inversiones directas de empresas chinas??en estos pa??ses alcanzaron los??130.000??millones de d??lares.
Durante la 5.?? Exposici??n Internacional de la Ruta de la Seda, celebrada en China en mayo pasado, se firmaron varios acuerdos de cooperaci??n que prev??n inversiones por valor de 24.500 millones de d??lares. Los acuerdos engloban 72 proyectos clave en las ??reas de educaci??n, modernizaci??n de la agricultura y altas tecnolog??as, entre otras.
??Por qu?? China cre?? la Nueva Ruta de la Seda?
Desde el punto de vista de Glenn Diesen, profesor de la Universidad Nacional de Investigaci??n-Escuela Superior de Econom??a de Mosc??, el lanzamiento del megaproyecto por parte de China??estuvo motivado??por la necesidad de??disminuir la dependencia econ??mica de EE.UU., su principal socio comercial. Este modelo econ??mico,??que el pa??s asi??tico estuvo aplicando en las ??ltimas d??cadas del siglo XX, se aproxim?? a su agotamiento.

La creaci??n de ese mecanismo se explica por el hecho de que las autoridades chinas se esfuerzan??por??impulsar los v??nculos econ??micos globales??con varios pa??ses de??Occidente, que, desde??el punto de vista??del ‘think-tank’ estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores, hist??ricamente hab??an sido descuidados.
Al mismo tiempo, estaba previsto que el proyecto contribuyese al desarrollo econ??mico de la provincia occidental de Xinjiang (una prioridad primordial para el Gobierno chino), al igual que debe asegurar el suministro continuo de energ??a a largo plazo desde Asia Central y Medio Oriente, especialmente a trav??s de rutas que el ej??rcito estadounidense no puede interrumpir.
La Nueva Ruta de la Seda, en su esencia, constituye una superestructura pol??tica sobre el poder econ??mico de las empresas privadas y estatales chinas, que comenz?? a formarse ya en la d??cada de los 90 del siglo XX, explic?? Vasili Kashin, investigador principal del Centro de Estudios Integrales Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Econom??a de Mosc??.
“Posiciona la actividad de las empresas chinas en un determinado marco pol??tico y le permite a la Rep??blica Popular China utilizar esta actividad empresarial para ganar influencia en la pol??tica regional y en la gobernanza global“, coment??.

Alex??nder Lomanov, experto del club de discusiones Vald??i e investigador del Instituto Primakov de Econom??a Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de Rusia, est?? de acuerdo con esta opini??n: “Aunque Pek??n prioriza el componente econ??mico y niega la existencia de motivos geopol??ticos, en general el mundo tiene claro que este proyecto est?? dirigido no solo a promover proyectos econ??micos, sino tambi??n a incrementar la influencia pol??tica de China y su capacidad para reformar la gobernanza global y el sistema de relaciones internacionales”, dijo el experto.
Cr??ticas de la iniciativa
En general, expertos y pol??ticos han cuestionado m??s de una vez la pol??tica de China de conceder dinero barato a los pa??ses en desarrollo que contin??an experimentando dificultades econ??micas a causa de la crisis financiera mundial.
En vez de seguir el procedimiento lento y burocr??tico de cumplir con los est??ndares y las elevadas exigencias impuestas por instituciones financieras como el FMI o el Banco Mundial a la hora de obtener ayuda financiera, los pa??ses recurren al cr??dito chino, que no solo ayuda a mejorar la situaci??n macroecon??mica en un breve per??odo de tiempo, sino que tambi??n contribuye al desarrollo de infraestructura bajo diversas iniciativas de la Nueva Rutade la Seda.
No obstante, el enfoque de prestar el dinero barato a los pa??ses con inestabilidad econ??mica genera cierta pol??mica y lleva a discrepancias, como ocurri?? en caso de Sri Lanka.

Ese pa??s insular obtuvo cr??ditos chinos por valor de m??s de 10.500 millones de d??lares, lo que lo convirti?? en uno de los receptores m??s grandes de los fondos de la Franja y la Ruta. Los problemas econ??micos que surgieron posteriormente obligaron a las autoridades esrilanquesas a renegociar su deuda y, como resultado de las negociaciones con sus socios chinos, cederles el puerto de Hambantota, uno de los puntos m??s importantes de la ruta del comercio desde Asia hacia Oriente Medio y Europa.
Esta decisi??n puso al Gobierno de Sri Lanka en una situaci??n de debilidad, ya que fue duramente criticado tanto dentro como fuera del pa??s. En aquel entonces algunos funcionarios estadounidenses se??alaron que Sri Lanka “efectivamente cedi?? la soberan??a sobre un activo clave”.
A medida que el megaproyecto del Puente Terrestre Euroasi??tico iba expandi??ndose, su componente geopol??tico gan?? una notoriedad particular. El conflicto comercial entre EE.UU. y China, que empez?? durante la administraci??n de Donald Trump, llev?? a que la naci??n norteamericana ejerciera se opusiera frontalmente. Como consecuencia, empezaron a aparecer insinuaciones sobre la esencia de la Nueva Ruta de la Seda, expresadas por varios pol??ticos, expertos y investigadores de los pa??ses occidentales.

Por ejemplo, investigadores del Instituto de Econom??a Mundial de Kiel (Alemania) y la??Universidad de Georgetown (EE.UU.)??hicieron hincapi????en la??falta de transparencia??en la mayor??a de??los acuerdos de pr??stamos que China pact?? con los participantes de la Ruta de la Seda.??
“La absoluta mayor??a de los contratos chinos contienen cl??usulas de confidencialidad inusuales que proh??ben a los prestatarios revelar los t??rminos o incluso la existencia de la deuda”, escribieron los autores del estudio. Los prestamistas chinos tambi??n se aseguraron una ventaja sobre otros acreedores al excluir las deudas de la lista de casos de alivio de lo adeudado coordinado por el Club de Par??s, un grupo de representantes de acreedores que ayuda a los pa??ses deudores a superar dificultades financieras.
Frente a estas acusaciones, las autoridades chinas negaron repetidamente que la cooperaci??n econ??mica en el marco el proyecto sirva como pretexto para la expansi??n de la influencia pol??tica. Por ejemplo, en noviembre de 2018 el l??der chino Xi Jinping defendi?? la iniciativa, observando que “no est?? dise??ada para servir a ninguna agenda geopol??tica oculta, no est?? dirigido contra nadie y no excluye a nadie”. “No es un club exclusivo cerrado a los no miembros, y tampoco es una trampa como lo han etiquetado algunas personas”, asegur?? el presidente chino.
La reacci??n de EE.UU. al proyecto
Desde el principio las autoridades estadounidenses se opusieron a la iniciativa en su intento de limitar el crecimiento de la potencia econ??mica de China, aunque en la era Obama esta oposici??n no se expres?? de manera abierta. Las tensiones se agravaron sin embargo durante el Gobierno de Donald Trump despu??s de que EE.UU. radicalizara su ret??rica hacia el pa??s asi??tico y emprendiera los primeros pasos restrictivos en la guerra comercial.

En noviembre de 2018, el entonces vicepresidente de EE.UU., Mike Pence,??dijo??que su pa??s no iba a ofrecer a sus socios??“un cintur??n asfixiante o un camino de un solo sentido”,??en alusi??n a la propuesta china.
Cabe destacar que, parad??jicamente, las restricciones comerciales impuestas por EE.UU. sirvieron para expandir a??n m??s la Franja y la Ruta, ya que tuvieron el efecto de que para China resultara urgente diversificar sus relaciones econ??micas. En consecuencia, m??s naciones de varias partes del mundo ???Asia, ??frica, Am??rica Latina??? se unieron al megaproyecto.
En este contexto conviene subrayar que la postura de los pa??ses europeos acerca de la iniciativa difiere de la de Washington. Varias naciones del continente europeo manifestaron su inter??s en la Franja y la Ruta y empezaron a desarrollar y realizar proyectos de infraestructura financiados en gran parte por China. Esto caus?? ciertas molestias y preocupaciones al otro lado del Atl??ntico.
Por ejemplo, refiri??ndose a la cooperaci??n entre Italia y China en marzo de 2019, Garrett Marquis, entonces miembro del Consejo de Seguridad de EE.UU.??tild????el Puente Terrestre Euroasi??tico de “proyecto de vanidad de infraestructura impulsado por China”.
Para contrarrestar la expansi??n de la Franja y la Ruta, la Administraci??n estadounidense??opt????por??reavivar sus proyectos de apoyo al desarrollo.??En 2019 se fund?? la Corporaci??n de Financiamiento para el Desarrollo internacional de EE.UU. (DFC, por sus siglas en ingl??s)??en base a un conglomerado de instituciones de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID).
Es interesante que Donald Trump, que anteriormente hab??a mostrado su escepticismo hacia los institutos encargados de proyectar el ‘poder blando’ de EE.UU., decidiera emprender este paso. Sin embargo, relanzar los programas correspondientes parece no ser suficiente para contrapesar la influencia de China sobre los pa??ses de varias partes del mundo.
En paralelo, EE.UU. empez?? a considerar varios tipos de medidas de represalia hasta??revelar, en marzo de 2021 ???ya durante el mandato de Joe Biden???, el paso sim??trico de??lanzar una alternativa a la Ruta de la Seda.??”Suger?? que deber??amos tener, esencialmente, una iniciativa similar, partiendo de [la participaci??n en esta de] los Estados democr??ticos, colaborando con las comunidades de todo el mundo que, de hecho, necesitan ayuda”, coment?? el asunto Biden durante una conversaci??n telef??nica con el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.
Con el objetivo de hacer realidad este proyecto,??EE.UU. empez?? a??forjar una coalici??n??de los pa??ses que??se oponen al crecimiento de la influencia china en los asuntos pol??ticos y econ??micos. As??, los l??deres del G-7??acordaron??en junio de 2021 una??iniciativa de inversi??n en infraestructura??en los pa??ses en desarrollo.??La idea consiste en establecer “una asociaci??n de infraestructura transparente, de alto nivel, impulsada por valores y liderada por las principales democracias”.
De esta manera, Washington subraya el componente pol??tico en la cooperaci??n econ??mica y comercial, lo cual tendr?? ciertas implicaciones. De hecho, a la vez que acusaba a China de llevar a cabo algo semejante al plan Marshall, EE.UU. elabor?? un plan que es mucho m??s parecido a ese proyecto de recuperaci??n de infraestructura de los pa??ses europeos despu??s de la Segunda Guerra Mundial, que ten??a como objetivo principal frustrar la expansi??n de la influencia de la URSS y estaba basado en la adherencia de sus miembros a los principios de la democracia.
A la hora de elaborar el proyecto de la Franja y la Ruta, China no se centr?? en cuestiones ideol??gicas, sino que sus acciones fueron motivadas por las necesidades econ??micas, que, a su vez, inminentemente adquirieron consecuencias pol??ticas dado el volumen y la escala de las actividades comerciales del pa??s asi??tico. A su vez, EE.UU. respondi?? a la pol??tica de China con una iniciativa semejante, pero enfocada en el factor ideol??gico. Es aqu?? donde se manifiesta la incompatibilidad de opiniones de las dos potencias sobre el futuro de los procesos pol??ticos y econ??micos. De este modo, la Franja y la Ruta se quedaron atascadas en un nudo gordiano de??obst??culos geopol??ticos y ideol??gicos.??
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