El deficiente desarrollo de energías limpias y el poco presupuesto destinado a ellas deriva en una nueva alarma por el calentamiento global.
Los Estados, sobre todo los occidentales, invirtieron grandes cantidades de dinero público para sostener sus economías durante la pandemia, pero solo el 2% de estos recursos se destinaron a las energías renovables, según un estudio de los planes de recuperación realizado por la AIE.
Hasta ahora, la mayor parte de los 16 billones de dólares anunciados para hacer frente a la crisis del covid-19 se destinaron a medidas sanitarias y de apoyo a las empresas y familias. Unos 2,3 billones se invirtieron en la recuperación económica, pero solo 380.000 millones en impulsar energías verdes. Por este motivo, “teniendo en cuenta las previsiones actuales de gasto público, las emisiones de CO2 siguen una trayectoria que las llevará a niveles récord en 2023 y seguirán creciendo los años siguientes”.
“Desde el inicio de la crisis del covid-19, numerosos gobiernos destacaron la importancia de reconstruirse con un modelo mejor, para un futuro más limpio, pero muchos de ellos aún deben convertir sus palabras en hechos”, aseguró el director de AIE, Fatih Birol. “No solo la inversión en energías renovables en el mundo se encuentra lejos de la trayectoria que permita alcanzar la neutralidad de carbono a mediados de siglo, sino que ni siquiera logran evitar un nuevo récord de emisiones”, lamentó.
La tendencia es particularmente alarmante en los países en desarrollo y emergentes, donde, por ejemplo, el aumento de la demanda eléctrica halla su respuesta en el carbón antes que en la energía solar y eólica.
mn (afp, efe)