El balance de muertes relacionadas con la oleada de disturbios violentos y saqueos masivos que sacudió a Sudáfrica recientemente asciende a 337 personas, informó el Gobierno de la nación austral, si bien el orden se mantiene y no se han producido más altercados.
“No se han registrado incidentes de desestabilización en ninguna de las dos provincias” de Gauteng y KwaZulu-Natal, las dos regiones que se vieron afectadas por los disturbios, aseguró en una rueda de prensa Khumbudzo Ntshavheni, ministra en funciones de la presidencia de Sudáfrica.
De los fallecimientos adicionales, que son resultado de muertes a causa de las heridas sufridas durante los disturbios, 79 ocurrieron en Gauteng (la provincia donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria) y 258 en KwaZulu-Natal.
“Los organismos encargados del cumplimiento de la ley continúan con sus investigaciones” para asegurar que los instigadores de los disturbios sean llevados ante la Justicia, dijo Ntshavheni.
La ministra en funciones confirmó el miércoles que 4 personas detenidas por presuntamente haber fomentado la violencia de los pasados días han comparecido ya ante los tribunales sudafricanos.
Según Ntshavheni, un total de 213 procesos judiciales por asesinato se han abierto a raíz de los disturbios vividos en el país.
Evalúan millonarios destrozos
Asimismo, el Gobierno y los distintos actores sociales continúan evaluando los millonarios destrozos -que incluyen daños extensos en centros comerciales, fabricas y almacenes, pequeños negocios e incluso escuelas- y las herramientas de auxilio económico para los afectados.
También prosiguen las operaciones policiales para recuperar los bienes robados, que serán, según el Ejecutivo, usados como prueba y luego destruidos, algo que ha causado una gran controversia en el país.
La oleada de incidentes violentos comenzó el pasado 9 de julio, inicialmente en forma de protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial, cometido al negarse repetidamente a declarar por corrupción.
En los siguientes días, los altercados se replicaron en otras zonas -especialmente en Johannesburgo- y se tornaron en una cascada de disturbios y pillaje masivo sin precedentes para la democracia sudafricana, con turbas arrasando centros comerciales y tiendas, quemando edificios y vehículos y cortando carreteras y calles.
Según afirmó el presidente Cyril Ramaphosa, los incidentes fueron “instigados” y “hubo gente que los planeó y los coordinó”.
jc (efe, dpa)