En el ??ltimo a??o y medio se vieron m??ltiples explosiones de furia popular a lo largo del planeta. Cada caso es ??nico en s?? mismo y tiene razones particulares, pero la crisis del coronavirus termin?? de exacerbar en muchos pa??ses malestares que se ven??an acumulando desde hac??a tiempo
??Qu?? tienen en com??n las hist??ricas protestas del 11 de julio en Cuba con el estallido de violencia que termin?? con 337 muertos en Sud??frica? ??Qu?? comparten las masivas manifestaciones que durante 50 d??as paralizaron a Colombia, y acabaron con decenas de v??ctimas fatales por la violencia policial, con las movilizaciones que recorrieron a todo Estados Unidos el a??o pasado, tras el asesinato de George Floyd?
Es evidente que son cuatro historias diferentes, de pa??ses que se parecen bastante poco entre s??. No hay dudas, las divergencias son enormes. Y, sin embargo, hay algunos puntos de contacto que tambi??n son innegables.
En todos los casos, se trata de las protestas m??s masivas que se vieron en esos pa??ses en mucho tiempo. En todos hubo una mayor??a que sali?? a expresar su rechazo hacia las autoridades de forma pac??fica, pero tambi??n hubo episodios de violencia, de distinto grado y alcance seg??n el caso. En todos hay una combinaci??n de factores pol??ticos y econ??micos detr??s del malestar. Y todos ocurrieron en el marco de la pandemia de COVID-19.Manifestantes protestan contra el r??gimen cubano en La Habana (REUTERS/Alexandre Meneghini)
La crisis del coronavirus provoc?? una disrupci??n del orden social como no se hab??a visto antes en tiempos de paz. Esa disrupci??n tuvo efectos econ??micos y psicosociales devastadores, que en algunos pa??ses fue el combustible necesario para provocar una explosi??n.
Por supuesto, esto no pas?? en todas partes. Para que haya combusti??n tiene que haber fuego. Muchos pa??ses estaban en condiciones de soportar el estr??s causado por la pandemia. Pero otros acarreaban desde hac??a tiempo razones para que una parte importante de la poblaci??n estuviera enojada. En esos casos, el COVID-19 fue el detonante de una bomba que se ven??a construyendo de a poco.
???El caos social surge cuando irrumpe la imprevisibilidad en el sistema, en la vida cotidiana, y reconfigura los comportamientos colectivos. La pandemia ha provocado cambios r??pidos e importantes en nuestras vidas y ha modificado seriamente las normas a causa de un virus del que ten??amos poca informaci??n???, explic?? a Infobae el soci??logo Baris Cayli, profesor del Departamento de Ciencias Sociales y Criminolog??a de la Universidad de Derby. ???La p??rdida de nuestros seres queridos, los moribundos en los hospitales, la incertidumbre econ??mica y la crisis social en el sector sanitario crearon frustraci??n, ira y desesperanza, lo que afect?? al comportamiento colectivo en muchas instancias sociales y gener?? caos. Esta es la raz??n por la que en muchos pa??ses hemos observado diferentes protestas sociales que se produjeron en base a diferentes motivos. Sin embargo, todas ellas encuentran un punto com??n en la era de la pandemia???.Manifestantes se enfrentan a integrantes del Escuadr??n M??vil Antidisturbios (ESMAD) de la Polic??a colombiana, en la Loma de la Cruz en Cali (EFE/ Pablo Rodr??guez)
En estado de ebullici??n
La reacci??n inicial de casi todas las comunidades del mundo ante la pandemia fue replegarse. El p??nico ante un virus desconocido, que por las im??genes que llegaban de Wuhan era capaz de saturar hospitales y hacer que la gente cayera muerta en medio de la calle, llev?? a la mayor??a de la poblaci??n a actuar con cautela y a apoyarse en sus gobiernos.
La necesidad de encontrar figuras protectoras ante tanta incertidumbre hizo que subiera la popularidad de presidentes y primeros ministros en todas las regiones. El acatamiento a las estrictas medidas propuestas por la mayor??a de ellos fue muy alto en esa primera etapa. Protestar parec??a impensable en marzo de 2020. S??lo cab??a aceptar las restricciones y esperar que sirvieran para que el virus desapareciera.
Pero al cabo de uno o dos meses se volvi?? evidente que el COVID-19 no se ir??a tan f??cilmente. Y que a pesar de las medidas adoptadas, miles de personas seguir??an muriendo. Entonces, el temor continu?? presente, pero empez?? a convivir con otras emociones, como la frustraci??n y el enojo.Un manifestante frente a un edificio incendiado durante una manifestaci??n en Minneapolis, Minnesota, el 29 de mayo de 2020 (Foto de Chandan KHANNA / AFP)
La primera se??al de que este c??ctel pod??a terminar en un estallido fue el caso George Floyd en Estados Unidos. Su muerte, el 25 de mayo de 2020 en Mine??polis, Minesota, luego de que el oficial Derek Chauvin le oprimiera el cuello con la rodilla durante 8 minutos y 46 segundos, desat?? una ola de protestas contra la violencia policial en todo el pa??s.
Los factores subyacentes previos son claros en ese caso. Estados Unidos tiene una larga historia de abusos de las fuerzas de seguridad contra afroamericanos pobres, como Floyd. Y homicidios similares han desencadenado manifestaciones, disturbios y saqueos en distintas ciudades en las ??ltimas d??cadas.
Pero ninguno de los sucesos anteriores hab??a provocado erupciones tan generalizadas en todos los estados, y durante tantos d??as. La hip??tesis de que la pandemia increment?? el nivel de agravio sentido por la comunidad afroamericana, que por eso reaccion?? de esa manera, es muy plausible.Manifestantes protestan en la Casa Blanca contra la muerte de George Floyd, el 31 de mayo de 2020 (REUTERS/Jonathan Ernst)
Primero, porque el COVID-19 mat?? a los afroamericanos en una proporci??n muy superior a los blancos. Esta semana se conoci?? que en toda la poblaci??n estadounidense la expectativa de vida se redujo un a??o y medio en 2020, pero entre los integrantes de esa comunidad la disminuci??n duplic?? al promedio general: 2,9 a??os.
Tambi??n sufrieron m??s que otros los efectos econ??micos de los cierres ordenados por los gobernadores, que hicieron que el desempleo subiera de 3,5% en febrero a 14,7% en abril. Pero lo que entre los blancos era 14,2%, entre los afroamericanos ascend??a a 16,7 por ciento.
La erosi??n de la econom??a est?? presente tambi??n en los otros estallidos. Sobre todo, la combinaci??n del deterioro de las condiciones de vida con la percepci??n de una desigualdad cada vez m??s grande.Polic??as arrestan a un hombre que se manifiesta el 11 de julio en una calle en La Habana (EFE/Ernesto Mastrascusa)
???Para que estalle la movilizaci??n no basta con la existencia de ciertas condiciones objetivas que la desencadenen. En cada circunstancia hist??rica y en cada pa??s han de darse otros elementos activadores. Puede ser la aguda deslegitimaci??n del gobierno, la aparici??n de l??deres alternativos con gran capacidad de arrastre o el incremento del desempleo y de la pobreza???, dijo a Infobae Julio Iglesias de Ussel, catedr??tico em??rito de sociolog??a de la Universidad Complutense de Madrid. ???En casos como la pandemia se pueden sumar la discriminaci??n en la vacunaci??n, la ineficacia en los tratamientos o los privilegios de la clase pol??tica. En ese escenario, la mecha de la explosi??n puede ser cualquiera: un gesto desesperado de una sola persona, una decisi??n torpe o incluso una declaraci??n de los gobernantes, un hecho fortuito o cualquier s??mbolo que aglutine la irritaci??n popular y encienda la acci??n. Ah?? reside el misterio y tambi??n la esperanza de la din??mica pol??tica???.
En Colombia, el detonante de las protestas fue una reforma tributaria que aumentaba algunos impuestos. Sobre la base de una de las sociedades m??s desiguales de Am??rica Latina, las medidas tomadas por el gobierno para contener la propagaci??n del COVID-19 provocaron una recesi??n que aument?? la pobreza y el desempleo, pero no para todos los sectores por igual.
Los profesionales que pudieron seguir trabajando sufrieron mucho menos la crisis que los empleados del sector servicios o que los millones de trabajadores informales. Aumentar los impuestos con ese tel??n de fondo fue visto por la mayor??a de los colombianos como un insulto de una clase pol??tica alejada de la realidad. O, al menos, de su realidad.Personas protestan frente al capitolio de Cuba, el 11 de julio, en La Habana (EFE/Ernesto Mastrascusa)
???Puede haber un incidente separado que a??ada una chispa, pero los mismos problemas pueden dar a cada uno de ellos el combustible para que irrumpa el descontento???, sostuvo Eoin O???Malley, profesor de la Escuela de Gobierno y Derecho de la Universidad de la Ciudad de Dubl??n, en di??logo con Infobae. ???En parte podr??a tratarse de una creciente desigualdad, o m??s probablemente, de una creciente sensaci??n de que la desigualdad est?? aumentando. Como resultado del COVID, la inequidad se ha incrementado decididamente, y los s??per ricos no parecen estar haciendo mucho para demostrar que estamos todos juntos en esto. El COVID tambi??n expone la desigualdad en la aplicaci??n de las normas, ya que en muchos pa??ses vemos casos en los que los pol??ticos o los s??per ricos pueden saltarse las reglas que el resto de nosotros estamos obligados a cumplir???.
La suma de pobreza y desigualdad estructurales agravadas por la pandemia con la manifestaci??n de una ira contenida durante demasiados a??os contra los due??os de la pol??tica estuvo tambi??n muy presente en Cuba. Con la salvedad de que como se trata de una dictadura consolidada desde hace 62 a??os, salir a la calle a protestar era casi inimaginable. Pero sucedi??, porque el nivel de miseria se volvi?? tan grande que los privilegios de los cuadros del Partido Comunista, de los militares y de la burocracia pasaron a ser intolerables.
???Los pa??ses con instituciones democr??ticas estables y arraigadas, tienen enorme capacidad de aguante y estabilidad, incluso en situaciones de extrema tensi??n ???dijo Iglesias de Ussel???. Sufren cuestionamientos las democracias estables, pero su sistema institucional y electoral permite dar cauce a movilizaciones de todo tipo. Fuera de sistemas democr??ticos estables las cosas funcionan diferente y, desde luego, con m??s riesgos para los gobernantes. Afrontar movilizaciones sociales puede agudizar su falta de legitimidad al no poder utilizar m??s v??a que la represi??n para mantenerse en el poder. Por tanto, sus riesgos de corto y mediano plazo son evidentes???.Fotograf??a tomada el pasado 28 de abril en la que se registr?? el enfrentamiento entre manifestantes y agentes de Polic??a de Colombia en Bogot?? (EFE/Carlos Ortega/Archivo)
En Sud??frica, el disparador fue un hecho completamente diferente: la detenci??n del ex presidente Jacob Zuma por desacato tras negarse a comparecer ante los tribunales por las causas de corrupci??n iniciadas en su contra. Pero las protestas que comenzaron sus partidarios en su provincia, KwaZulu-Natal, se extendieron pronto a otras regiones del pa??s, con un denominador com??n: los saqueos de todo tipo de tiendas. Es muy dif??cil no asociar eso con el incremento de la pobreza y de la desigualdad causado por la pandemia en un pa??s que ya padec??a graves problemas econ??micos y sociales.
???Un factor esencial es la injusticia percibida, que se da cuando una persona o un grupo piensan que son tratadas injustamente ???dijo Cayli???. La injusticia percibida lleva a las personas a buscar justicia mediante una acci??n que puede ir desde salir a la calle y protestar hasta el uso de la violencia. En los pa??ses en los que no existe un sistema de justicia justo o una cultura de la legalidad, estos individuos que perciben la injusticia pueden reaccionar de forma m??s violenta. La falta de un sistema de gobierno eficaz o la falta de apoyo social en los momentos de caos social hacen que aumente el sentimiento de injusticia. En esta pandemia, muchos pa??ses se esforzaron por hacer frente a ella de manera eficaz, pero en su mayor??a siguen siendo disfuncionales para apoyar a las comunidades que necesitan desesperadamente respaldo financiero???.Manifestantes marchan por las calles de Bogot?? (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)
Entre la econom??a y la psicolog??a
El v??nculo entre el deterioro de la econom??a y los estallidos sociales est?? muy estudiado. Si lo que lleva a una sociedad a explotar son cambios abruptos en sus condiciones de vida ???generalmente, aunque no siempre, negativos???, es l??gico que una fuerte crisis econ??mica pueda disparar un escenario de ese tipo.
Nada es m??s disruptivo que un deterioro en las condiciones materiales de existencia, en la posibilidad de acceder a bienes de consumo esenciales para una vida digna. Eso ocurri?? durante la pandemia en casi todo el mundo, pero especialmente en pa??ses con estados d??biles, sin capacidad para cubrir temporalmente lo que las personas consiguen en el mercado, severamente afectado por las restricciones.
No es casual que entre los pa??ses desarrollados el que sufri?? el peor estallido haya sido Estados Unidos, cuyas redes de protecci??n social son mucho m??s endebles que las que existen en Europa. Porque m??s all?? de los multimillonarios planes de rescate aprobados por los gobiernos de Donald Trump y Joe Biden, en ning??n pa??s europeo aument?? tanto el desempleo como en Estados Unidos.Un dep??sito saqueado en Durban, Sud??frica (REUTERS)
???La pandemia tuvo graves consecuencias econ??micas a nivel mundial, y existen v??nculos entre las crisis econ??micas y los estallidos sociales. Sin embargo, las relaciones entre estos fen??menos individuales son mucho m??s complicadas y tienen m??ltiples facetas, por lo que yo dir??a que est??n asociados, pero las crisis econ??micas no son la ??nica causa de los estallidos???, dijo a Infobae Eric Y.H. Chen, titular del Departamento de Psiquiatr??a de la Universidad de Hong Kong. ???Vemos ejemplos de lugares en los que se produjeron estallidos sociales sin que se apreciara un declive econ??mico relevante. Tambi??n vemos lugares en los que la pandemia ha causado importantes trastornos econ??micos, pero sin que se produzcan protestas. A menudo, los estallidos tienen como trasfondo un per??odo prolongado de sentimientos negativos en la sociedad debido a varias razones y son desencadenados por un evento significativo que lleva a cascadas de protestas y a otros eventos relacionados???.
Pensar que s??lo la econom??a puede causar el tipo de des??rdenes que llevan a un estallido ser??a un error. Hay muchos factores sociales y pol??ticos que tambi??n pueden generar las condiciones para expresiones s??bitas y masivas de ira popular.
Lo interesante de la pandemia es que re??ne un poco de todo. Porque la afectaci??n de la vida cotidiana vino primero por el cercenamiento de casi todos los v??nculos sociales antes que por la econom??a. Al principio, eso fue aceptado por la mayor??a de la poblaci??n mundial, que se aferr?? a la ilusi??n de que as?? se evitar??an miles de muertes.Agentes de polic??a detienen a personas despu??s de que estallara la violencia tras el encarcelamiento del ex presidente sudafricano Jacob Zuma, en Cato Ridge, el 14 de julio de 2021 (REUTERS/Rogan Ward)
Pero a medida que las restricciones se fueron extendiendo y que los muertos se siguieron acumulando, para muchos empezaron a volverse insoportables esas disposiciones. Incluso cuando las encuestas recog??an altos niveles de aceptaci??n, por lo bajo, se fue incubando un hartazgo creciente, que en muchos pa??ses termin?? expres??ndose como un desaf??o abierto hacia las distintas formas de autoridad encargadas de decidir o de hacer cumplir las medidas.
???El COVID ha impuesto restricciones que en muchos lugares sentimos leg??timamente como enormes imposiciones a la libertad personal ???dijo O???Malley???. Si bien pueden ser impuestas por por buenas razones de salud p??blica, alimentan la teor??a de un Estado extralimitado???.
Como suele suceder, en todos los casos son los j??venes los que m??s se manifestaron. Es verdad que casi siempre son protagonistas en las protestas, por una cuesti??n generacional. Pero en los estallidos de la pandemia tuvieron una visibilidad especialmente alta, ya que fueron los m??s afectados por las medidas.Un agente de polic??a camina cerca de una hoguera durante una protesta contra las restricciones establecidas para frenar la propagaci??n del COVID-19 en ??msterdam, el 24 de enero de 2021 (REUTERS/Eva Plevier)
No s??lo porque tienen el tipo de empleos que se perdieron con mayor rapidez. Sino porque son los que tienen vidas sociales m??s activas, as?? que sufren m??s que cualquier otro grupo etario no poder continuar con las interacciones que dan sentido a su existencia.
???La pandemia tuvo importantes efectos psicosociales en muchas poblaciones, pero dependiendo en gran medida de la situaci??n local ???dijo Chen???. En muchas sociedades hubo protestas contra ciertas normas relacionadas con el COVID-19, pero no en todas. Por lo tanto, estas restricciones tambi??n pueden haber servido como puntos de activaci??n, que unidos a sentimientos previos anclados en situaciones locales, dieron lugar a estallidos sociales en algunas sociedades. Las medidas de salud p??blica incluyeron a menudo un aumento del control social sobre las elecciones individuales. Eso puede apuntar la ira hacia los l??deres de la comunidad, especialmente cuando las frustraciones son implacables???.
Es algo que no s??lo se vio en los cuatro casos analizados ac??.??Tambi??n apareci?? en Holanda, que en enero vivi?? varios d??as de violencia en las calles de sus principales ciudades cuando miles de j??venes salieron a desafiar el toque de queda??dispuesto por el gobierno, el primero desde la Segunda Guerra Mundial. Incluso en uno de los pa??ses con menores niveles de inequidad del planeta, con una econom??a muy s??lida y con un Estado en condiciones de amortiguar los efectos de la crisis econ??mica desatada por la pandemia, hay una parte de la poblaci??n que termin?? explotando ante la sucesi??n prohibiciones que desarticularon sus vidas durante m??s de un a??o.
Infobae