Ellos probablemente propagan el virus que est?? matando a los humanos. Pero, casi con toda certeza, nosotros propagamos el hongo que los est?? matando.
El orden de animales conocido como los quir??pteros, los murci??lagos, tiene una reputaci??n poco entusiasta entre los humanos. Para decirlo de manera cordial: han sido calumniados y abusados durante siglos.
Algunas personas, principalmente desde la comodidad de la distancia y la ignorancia, perciben a los murci??lagos como repulsivos y tenebrosos. Algunas personas les temen, con o sin fundamentos racionales. En ocasiones, los murci??lagos son masacrados en grandes cantidades, indefensos en los lugares colectivos donde se cuelgan, cuando las personas los consideran amenazadores, inconvenientes, nocivos o deseables como comida.
La idea de una sopa de murci??lago o murci??lago rostizado produce repugnancia entre los comensales sensibles de Occidente, pero eso no es consuelo para las decenas de miles de??zorros voladores??(como se le conoce al m??s grande de los murci??lagos frug??voros del Mundo Antiguo) que han sido??cazados de manera legal por su carne y como deporte en Malasia??en los ??ltimos a??os. O para el??murci??lago frug??voro de las Marianas, arrastrado al olvido no solo por la p??rdida de su h??bitat en Guam y las islas vecinas, sino tambi??n por la introducci??n de una serpiente de ??rbol que los depreda y una tradici??n del pueblo nativo de los chamorros de comerlos como parte de un fest??n ceremonial. Casi 200 especies de murci??lagos en todo el mundo??est??n en peligro de extinci??n.

Adem??s, este patr??n de antipat??a solo empeorar?? por la pandemia de la COVID-19 (dada la evidencia molecular que muestra que los murci??lagos fueron??el probable origen del nuevo coronavirus) a menos que reconozcamos??los m??ritos y la belleza de estas criaturas, as?? como los prejuicios contra ellas.
La literatura antigua y el folclor registran una larga lista de creencias antimurci??lagos: que fueron renegados en la batalla primordial entre??aves y bestias, que estropeaban los huevos de las cig??e??as, que arrancaban a mordidas pedazos de jamones colgados para curar, que se??enredaban a s?? mismos en los cabellos de las mujeres, que fueron c??mplices de Satan??s en su esfuerzo por tomar el control de la naturaleza humana, que la sangre de murci??lago podr??a servir como ant??doto a la mordida de la serpiente y todo tipo de ideas sin sentido.
Sin embargo, la asociaci??n del vampirismo con los murci??lagos no es un mito. Tres especies de peque??os y escurridizos murci??lagos del Nuevo Mundo se adaptaron para alimentarse exclusivamente de sangre de aves y mam??feros distra??dos (originalmente pertenecientes a la vida salvaje, pero ahora tambi??n vacas, caballos y humanos dormidos con los pies expuestos). El m??s evidente de ellos es el murci??lago vampiro com??n,??Desmodus rotundus, conocido desde Uruguay hasta M??xico y especialmente abundante en el sureste de Brasil. Estos murci??lagos hemat??fagos tienen sensores de calor en su nariz para localizar concentraciones capilares, incisivos afilados para cortar la carne, saliva anticoagulante??? el paquete completo. Como mosquitos peludos.
El ???rotundus??? (robusto) en su nombre cient??fico refleja el hecho de que, despu??s de arrastrarse por el suelo para dar un mordisco a los tobillos del ganado y beber sangre, se ponen tan gordos por la cena (eructo) que deben orinar el plasma y retener los gl??bulos rojos antes de emprender el vuelo y volver adonde se cuelgan para dormir. De ah?? es un peque??o salto hacia Dr??cula.

Algunas personas tambi??n culpan a los murci??lagos por los pat??genos peligrosos que portan (incluyendo el potencial precursor del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2). Es posible que ese virus se haya pasado a los humanos??de uno de los varios tipos de murci??lagos de herradura??del??sur de China. Si as?? ocurri??, el fat??dico evento probablemente tuvo m??s que ver con lo que alg??n humano quer??a de los murci??lagos que con lo que alg??n murci??lago quer??a de los humanos.
Los virus de los murci??lagos se derraman sobre los humanos; no se trepan sobre nosotros. No nos buscan. Y la infecci??n por derrame generalmente ocurre cuando irrumpimos en los h??bitats de los murci??lagos, excavamos su guano para usarlo como fertilizante, los capturamos, los matamos o los transportamos vivos a mercados o iniciamos cualquier otro tipo de interacci??n disruptiva.
Los cient??ficos a??n no han descubierto (y tal vez nunca lo hagan) cu??l encuentro exactamente llev?? este coronavirus a la humanidad. Sin embargo, puedes estar seguro de que no sucedi?? porque alg??n murci??lago de herradura chino vol?? a Wuhan y mordi?? a un pobre hombre en el dedo del pie.
II.
El m??s letal de los virus transmitidos por los murci??lagos, para los humanos, es el de la??rabia, ahora reconocido como un miembro de un grupo diverso llamado lisavirus (que viene de Lisa, la diosa griega de la ira fren??tica y la furia), la mayor??a de ellos asociados con los murci??lagos. Los humanos han estado conscientes de la rabia al menos desde Dem??crito, en el siglo V a. C. La hemos visto en nuestros perros, que en ocasiones se vuelven locos, como en la pel??cula??Su m??s fiel amigo, y a veces en alguna persona desafortunada que result?? mordida. La tasa de letalidad de la rabia, sin una r??pida vacunaci??n posterior a la exposici??n, es de casi el 100 por ciento y la enfermedad a??n mata a decenas de miles de personas cada a??o.
Pero ??de qu?? fuente original se contagi?? la rabia a los perros, a los mapaches, a los zorrillos o a otros carn??voros cuya saliva le ayuda a infiltrarse en una herida por mordida? La primera pista para resolver ese misterio lleg?? en 1911, cuando el virus de la rabia fue reportado entre murci??lagos por un cient??fico italiano en Brasil, Antonio Carini, quien not?? el extra??o detalle de que no parec??a enfermar a los murci??lagos. Eso indic?? una larga relaci??n entre los murci??lagos y el virus, la cual quiz??s hab??a alcanzado un acuerdo mutuo: un h??bitat seguro para el virus, sin s??ntomas para el hu??sped.
Aunque la rabia era el tema que domin?? la investigaci??n en este campo durante gran parte del siglo XX, aparecieron otros cuantos virus transmitidos por murci??lagos, la mayor??a como descubrimientos incidentales por parte de cient??ficos que estudiaban otra cosa. El virus del r??o Bravo, por ejemplo, encontrado entre algunos murci??lagos de California en 1954 y relacionado con el virus de la fiebre amarilla, fue uno de ellos. El virus Tacaribe, transmitido tanto por murci??lagos como por mosquitos en Trinidad, fue otro. Estos virus generaron art??culos cient??ficos, pero no titulares de peri??dicos, porque no estaban causando muertes humanas.
Pronto, tambi??n aparecieron algunos nuevos virus asesinos, aunque sin ning??n v??nculo claro con los murci??lagos (al principio).??El virus de Marburgo, as?? como el m??s letal e infame de los ??bolas, ahora conocido como??ebolavirus Zaire, caus?? una enfermedad espantosa y muerte con sus primeros brotes reconocidos entre humanos, a finales de la d??cada de los sesenta y la de los setenta. Sin embargo, sus conexiones confirmadas (Marburgo) o probables (Zaire) con los murci??lagos como reservorios fueron establecidas por la ciencia hasta m??s tarde.
Despu??s, en 1994, un nuevo bicho extra??o infect?? por derrame a ciertos zorros voladores en el este de Australia, dej?? un rastro terrible por un establo de caballos de carreras y mat?? a uno de los tres hombres que hab??an trabajado, en medio de grandes cantidades de sangre, para salvar a esos caballos. Un segundo hombre, un ayudante del establo, se enferm?? de manera grave, pero sobrevivi??. El tercer hombre era un veterinario llamado Peter Reid.
???Ese es???, me dijo Reid, doce a??os despu??s, mientras est??bamos sentados en su carro en medio de una expansi??n de casas nuevas cerca de Brisbane y contempl??bamos una higuera solitaria que estaba de pie en una rotonda. ???Ese es el maldito ??rbol???. El suburbio, en 1994, era un pastizal para caballos. Los murci??lagos llegaron por los higos. La primera yegua infectada se cubri?? con la sombra de ese ??rbol, se aliment?? con pasto salpicado con heces de murci??lago infectadas con el virus. De ella pas?? a los otros caballos y a los hombres.
Ese virus recibi?? el nombre de??Hendra, que era el suburbio de Brisbane donde ocurrieron las muertes de los caballos. Esto fue antes de que se volviera pol??ticamente inaceptable nombrar a un nuevo virus terrible a partir del lugar donde surgi??.
El virus Nipah, en 1998, en Malasia, tambi??n surgi?? de los murci??lagos, y tambi??n pas?? por un hu??sped amplificador (cerdos), tambi??n mat?? personas y lleva el nombre de un lugar: el poblado de Sungai Nipah, donde vive un criador de cerdos de 51 a??os de cuyo fluido cerebroespinal se aisl?? el virus por primera vez.
El??virus original del s??ndrome respiratorio agudo grave (SRAG)??apareci?? poco despu??s, en 2002. Este virus tambi??n surgi?? de un murci??lago y se cree que se transmiti?? mediante civetas comunes de las palmeras, y comenz?? a enfermar a la gente en Shenzhen, China. Se propag?? r??pidamente a otros pa??ses en 2003, con varios eventos de superpropagaci??n y un ??ndice de letalidad elevado, pero se control?? gracias a estrictas medidas de seguridad, cobr?? la vida de ???solo??? 774 personas.
El brote del SRAG de 2002-03 fue un acontecimiento que motiv?? a los cient??ficos de enfermedades, quienes reconocieron que podr??a haberse convertido en una pandemia desastrosa si tan solo algunos factores hubieran sido diferentes: una respuesta m??s lenta por parte de los funcionarios de salud, esfuerzos desorganizados de contenci??n o tal vez un coronavirus similar, pero capaz de propagarse mediante casos asintom??ticos (??no les suena conocido? Deber??a).??El descubrimiento de la relaci??n entre el murci??lago y el SRAG??dos a??os despu??s llev?? a la investigaci??n sobre los virus y los murci??lagos, seg??n el destacado vir??logo Charles H. Calisher, ???de lo causal, fragmentado y local a lo planeado, met??dico y mundial???, con la atenci??n centrada con mayor fuerza en los murci??lagos como los reservorios de los cuales han salido muchos virus nefastos.
Esa es una larga lista de animadversi??n, enemistades, resentimientos y acusaciones. Entonces, ??qu?? se puede decir de los murci??lagos, estas temidas y detestadas criaturas?
Se puede decir bastante.
III.
Para comprender la grandeza de los murci??lagos, hay que comenzar por imaginarse lo siguiente: est??s a bordo de un peque??o barco de carga, que cobra 25 d??lares, avanzando con dificultad por el mar abierto hacia una peque??a isla al este de Komodo, en el centro de Indonesia. Hay pocas poblaciones alrededor, poca gente y, seguramente, ning??n hotel en este rinc??n remoto del archipi??lago. Est?? comenzando a oscurecer y te apresuras hacia un puerto seguro al sotavento de una de estas islas, donde t?? y el capit??n del bote y sus dos hijos, quienes conforman la tripulaci??n, pueden pasar la noche. Justo antes del anochecer, una enorme parvada de murci??lagos frug??voros aparece por el oeste, volando alto, tal vez sean un millar, cada uno casi del tama??o de un cuervo.
Lo m??s probable es que sean??acerodones, ???Acerodon mackloti???, una especie end??mica de Indonesia, y los virus que puedan portar todav??a no han ocasionado ning??n da??o conocido a los humanos. Baten sus alas a un ritmo pausado mientras se mueven en procesi??n, con determinaci??n, como gansos que emigran, hacia los lugares donde se alimentan de noche en alguna isla hacia el este. El sol que se oculta enciende el cielo de color durazno por un instante. La luna en cuarto creciente aparece en el horizonte y los murci??lagos, en su ir y venir, la atraviesan. Son majestuosos.
Los acerodones son solo una de las m??s de??1400 especies de murci??lagos que han contado los cient??ficos. Eso es m??s que cualquier orden de mam??feros,??a excepci??n de los roedores, y constituye alrededor del 20 por ciento de todos los mam??feros. Pi??nsalo: uno de cada cinco mam??feros en la Tierra, en un recuento de especies, es un murci??lago. Algo deben estar haciendo bien.

Con base en otro est??ndar, los murci??lagos son m??s diversos que los roedores si consideramos la variedad de sus rasgos ecol??gicos, psicol??gicos y de comportamiento, as?? como el gran n??mero de especies. Viven en todos los continentes, a excepci??n de la Ant??rtida, desde el norte del C??rculo Polar ??rtico hasta la Tierra del Fuego, y en algunas de las islas m??s remotas del mundo. Sus dietas incluyen insectos, peque??os mam??feros, reptiles, anfibios, peces que cazan cuando sobrevuelan el agua, frutas, flores, n??ctar, polen, hojas, escorpiones y sangre.
Algunos de ellos emigran, viajan largas distancias en busca de alimentos estacionales o temperaturas m??s c??lidas. Algunos hibernan, principalmente en cuevas, para evitar las penurias del invierno. Muchos murci??lagos de zonas templadas tambi??n son capaces de entrar en un letargo diario, al reducir su temperatura corporal y consumo de ox??geno mientras est??n inactivos, para ahorrar energ??a. Cuando vuelven a la actividad y toman vuelo, su tasa metab??lica puede aumentar con rapidez en un factor de 14. Todas estas caracter??sticas se relacionan con dos grandes aventuras que la evoluci??n les abri?? a los primeros murci??lagos: colonizaron el aire y se integraron a la oscuridad. En la actualidad duermen durante el d??a y vuelan durante la noche.
Fueron los primeros, y siguen siendo los ??nicos mam??feros capaces de propulsarse para volar. Eso es importante: al abrirse a una tercera dimensi??n especial, un vasto reino nuevo de actividad poco explorada por los dem??s mam??feros, el vuelo quiz?? sea lo que les permiti?? una diversificaci??n tan extraordinaria.
Otro factor es la duraci??n de su linaje. El??primer f??sil de murci??lago conocido??data de hace unos 50 millones de a??os, y dado que se parece al murci??lago moderno, los albores de los murci??lagos deben haber ocurrido mucho antes de eso. La primera ardilla voladora tal vez no apareci?? sino hasta 30 o 40 millones de a??os m??s tarde, cuando los murci??lagos eran los mam??feros que dominaban el aire.
Para funcionar de noche, y llevar a cabo las inmersiones y lanzamientos a??reos necesarios para atrapar insectos voladores, sin pasar hambre o golpearse continuamente contra las ramas de los ??rboles o las paredes de roca, adquirieron otra capacidad fundamental:??la ecolocalizaci??n. Se volvieron capaces de emitir pulsos de sonidos de alta frecuencia, algunos de ellos a trav??s de sus narices, como gritos silenciosos, y recibir de vuelta los ecos con o??dos muy sensibles. Esto les permite a sus cerebros ensamblar im??genes din??micas del tama??o, forma, distancia y movimiento de las polillas zigzagueantes y de los saltamontes en ca??da libre que son sus presas.
Algunos de los murci??lagos que emiten chillidos por la nariz, como??murci??lagos peque??os de herradura??y??los filost??midos, desarrollaron estructuras nasales complejas que ayudan a centrar sus pulsos s??nicos. Algunos otros, mediante incrementos evolutivos, desarrollaron orejas enormes.??El murci??lago orejudo de Tomes, nativo de los bosques de Centroam??rica y Sudam??rica, presenta una combinaci??n de ambas cosas: orejas puntiagudas y extensas como la vela de bal??n de un yate, m??s una nariz como la proa de un barco vikingo. Esto conforma un rostro de peculiar distinci??n ???yo dir??a, un rostro que solo podr??a amar una madre, aunque a algunos quiropter??filos??tambi??n les gusta??? mientras el pobre animalito solo est?? tratando de ubicar su cena.

Los superlativos de los murci??lagos son tanto anchos como largos: adem??s de mostrar una gran diversidad colectiva, los murci??lagos tambi??n tienen una alta esperanza de vida. Si un murci??lago beb?? sobrepasa el primer a??o de vida, tiene buenas posibilidades de vivir hasta 7 u 8 a??os. Mucho m??s tiempo que un rat??n. En promedio, de acuerdo con??un estudio, un murci??lago vive m??s de tres veces m??s que un mam??fero no volador del mismo tama??o y algunos pueden llegar a los 30 a??os, incluso en su estado silvestre.
Esta longevidad no se debe solo al letargo y la hibernaci??n, que les otorgan largos periodos de reposo. Hasta los murci??lagos que no hibernan llegan a la vejez, tal vez en parte porque el vuelo les permite escapar de los depredadores y quiz?? tambi??n porque el escape de los depredadores, que les extiende la vida, le ha dado a la selecci??n natural darwiniana el tiempo y las razones para eliminar las mutaciones negativas que podr??an causar enfermedades cong??nitas en los murci??lagos de mediana edad, un bucle de retroalimentaci??n positiva. Pero estas son suposiciones que invitan a una mayor investigaci??n.
Otro enigma que ahora est?? a la vanguardia de la investigaci??n sobre murci??lagos, con un posible valor m??dico para los humanos, es??c??mo sus sistemas inmunitarios toleran las infecciones virales??con tanto aplomo. Los murci??lagos son portadores de muchos virus, y, sin embargo, por lo general no presentan ning??n s??ntoma.
Al menos en algunos casos, la concentraci??n de virus en su sangre tiende a ser baja. No presentan las mismas respuestas inflamatorias que otros mam??feros, lo que es bueno para su longevidad, porque las respuestas inflamatorias excesivas pueden ser peligrosas, ya que a veces sobrecargan el cuerpo con una reacci??n peor que la causa. La secuenciaci??n de los genomas de varias especies de murci??lagos ha revelado que??estas criaturas son portadores de cerca de la mitad de los genes relacionados con la inmunidad??que tienen los humanos.
??Por qu?? la evoluci??n socavar??a las reacciones inmunitarias de los murci??lagos? Una hip??tesis es que es una compensaci??n por el vuelo: volar implica un estr??s fisiol??gico tal que un sistema inmunitario alerta podr??a reaccionar contra mol??culas inestables producidas por el propio esfuerzo del animal. Desde este punto de vista, es mejor para el murci??lago ignorar la presencia de los virus que sufrir s??ntomas autoinmunes por volar. Entonces, ??podr??an los murci??lagos ayudar a los investigadores m??dicos a entender las enfermedades autoinmunitarias en los humanos? La respuesta a esa pregunta es una inc??gnita.
IV.
Aunque los primeros murci??lagos eran peque??os insect??voros, los enormes murci??lagos de la fruta se fueron hace al menos 35 millones de a??os, cuando el azar y la oportunidad evolutiva los llev?? a sustituir la ecolocaci??n (casi en su totalidad) por una vista precisa, as?? como la agilidad insect??vora por el vegetarianismo y la corpulencia. Los m??s grandes son los zorros voladores, criaturas majestuosas con amplias envergaduras, rostros parecidos al de un perro, muelas para machacar la pulpa de la fruta y, en algunas especies, lenguas largas para beber n??ctar a leng??etazos.

Algunos son adorables, con cuerpo marr??n rojizo, alas ocre oscuro y, en ocasiones, un cuello dorado. Casi siempre se cuelgan en los ??rboles, como los altos ??rboles de la seda que rodeaban un almac??n ruinoso en particular, en el sur de Banglad??s, donde un veterinario especializado en fauna silvestre llamado Jonathan Epstein, junto con su equipo de campo y yo, encontramos en 2009 una colonia colgada de entre 4000 y 5000 zorros voladores de India. Epstein hab??a ido con la intenci??n de atrapar a algunos de estos animales y hacerles pruebas para ver si portaban el virus Nipah.
La primera tarde, los dos expertos manipuladores de redes que acompa??aban a Epstein escalaron a lo m??s alto de un ??rbol, los murci??lagos se movieron, se despertaron, se espantaron y volaron hacia el cielo, uno tras otro, con lo que parec??a ser precauci??n calmada, para escapar del disturbio. Al poco rato, toda la parvada estaba en el aire, revoloteando en c??rculos hacia el noreste, luego hacia adentro y hacia afuera de nuevo, ayud??ndose de las corrientes t??rmicas sin mover sus alas demasiado, como restos flotando en el enorme remolino de un r??o. Yo mir?? hacia arriba boquiabierto y Epstein me record?? ???no estoy seguro si fue en ese momento o despu??s??? que abrir la boca debajo de un hervidero de este tipo de murci??lagos podr??a ser una excelente manera de tragar guano cargado de Nipah.
A altas horas de la madrugada, regresamos, trepamos por una escalera desvencijada de bamb?? hasta el techo del almac??n y tomamos nuestras posiciones, con mascarillas, gafas y guantes de protecci??n y linternas en la cabeza, cuando el primer murci??lago ???de vuelta tras su b??squeda nocturna de comida??? cay?? en la red. Epstein tom?? con fuerza al animal del cuello, protegido de las garras y los dientes afilados con sus guantes de soldador, mientras un colega desenredaba a la criatura de la red. Despu??s arroj?? al murci??lago a una bolsa de tela en la que, para el amanecer, hab??a otros cinco. Luego, en un laboratorio improvisado en el campo, Epstein y su equipo tomaron muestras de sangre y raspados bucales de los murci??lagos anestesiados, con cuidado de no lastimarlos.

Cuando el sol sali?? completamente, todos salimos. Para entonces, una peque??a multitud, de adultos y ni??os, se hab??a reunido para ver la extra??a situaci??n. Epstein liber?? a cada animal con delicadeza: alzaba un brazo en alto para que el murci??lago extendiera sus alas y patas con libertad y despu??s se dejara caer por voluntad propia para luego aletear justo antes de tocar el suelo y alejarse volando lentamente. Epstein se dirigi?? a la multitud, con la ayuda de un colega que interpret?? sus palabras: ???Son muy afortunados de tener a tantos murci??lagos???. Polinizan las plantas, esparcen las semillas, generan los ??rboles frutales, explic??. En su discurso hab??a un mensaje impl??cito, pero no mencionado: si los dejan en paz, si mantienen su distancia, quiz?? no les contagien la enfermedad del virus Nipah.
Epstein ???uno de esos expertos interdisciplinarios con un t??tulo de medicina veterinaria, un doctorado en ecolog??a y una maestr??a en salud p??blica??? ahora es vicepresidente de??EcoHealth Alliance, una organizaci??n de investigaci??n y conservaci??n dedicada a la salud humana y animal. En una conversaci??n reciente me record??, tal como lo hizo con aquellos campesinos en Banglad??s, los beneficios que conllevan los murci??lagos.

Tienen un papel sumamente importante en la perdurabilidad de los bosques latifoliados tropicales. Comen un inmenso tonelaje de insectos al a??o. En Tailandia, los murci??lagos de labios arrugados proporcionan protecci??n contra una plaga peligrosa del arroz. En Indonesia, otros murci??lagos reducen la carga de insectos en el cacao cultivado a la sombra. Una sola colonia de murci??lagos morenos en el Medio Oeste de Estados Unidos consume 600.000 escarabajos del pepino en un a??o, con lo que impide que 33 millones de larvas de escarabajos del pepino se alimenten del cultivo del siguiente a??o. Los murci??lagos de cola libre comen polillas del gusano cogollero en Texas. Seg??n un estimado, desde 2011, la depredaci??n de los murci??lagos hacia los insectos le ahorraba 23.000 millones de d??lares al a??o a la agricultura estadounidense. El total global es incalculable. ???Los murci??lagos son demasiado importantes como para dejar que se pierdan???, afirm?? Epstein.
V.
Sin embargo,??s????se est??n perdiendo en muchas partes del mundo, debido a la destrucci??n de su h??bitat, al exterminio directo y, a un ritmo catastr??fico en Am??rica del Norte en los ??ltimos 14 a??os, debido a un nuevo problema: una enfermedad contagiosa. Se llama??el s??ndrome de la nariz blanca??y es causada por un hongo pat??geno que aparentemente lleg?? de Europa. En este caso, los humanos son el portador y los murci??lagos son las v??ctimas.
Winifred Frick es la cient??fica jefa de??Bat Conservation International??y ha estudiado el s??ndrome de la nariz blanca casi desde sus inicios. La enfermedad se manifest?? por primera vez en una cueva tur??stica al oeste de Albany, Nueva York, en febrero de 2006, donde un espele??logo fotografi?? a unos??murci??lagos en modo de hibernaci??n con una pelusa polvosa blanca en sus hocicos, como escarcha en la barba de un esquiador. Un a??o despu??s, bi??logos del estado de Nueva York encontraron a miles de murci??lagos muertos con un vello parecido en otra cueva cercana. Para 2008, Frick, entre otros, estaba trabajando para resolver este problema, que se convirti?? en una crisis para los murci??lagos que hibernan en Am??rica del Norte.

???Se propag?? con mucha rapidez???, me dijo hace poco por Skype mientras andaba en su caminadora. Yo ya sab??a que Frick era una cient??fica capaz de hacer varias cosas a la vez, pues la conoc?? cuando asistimos a una cena grupal en un recinto elegante durante la clausura de una conferencia internacional sobre murci??lagos en Berl??n y ella trajo consigo a su hijo de 4 meses, Darwin. A estas alturas, el s??ndrome de la nariz blanca est?? en 33 estados estadounidenses y provincias canadienses, me dijo, y ha causado un declive del 90 por ciento en las poblaciones conocidas de tres especies de murci??lagos, adem??s de p??rdidas en al menos otras cuatro. Millones de murci??lagos han muerto.
Afirm?? que una de las tres especies m??s afectadas, el murci??lago de orejas largas, hab??a ???desaparecido por completo???, en cuesti??n de tres a??os, de algunas ??reas donde sol??a hibernar. Las poblaciones de murci??lagos que hibernan en Am??rica del Norte podr??an extinguirse parcial o totalmente.
El hongo se desarrolla f??cilmente en entornos fr??os y h??medos como las cuevas, y se aferra a los murci??lagos en sus periodos de letargo e hibernaci??n, cuando sus sistemas inmunitarios no est??n alertas, no solo ante los virus sino tambi??n ante otras infecciones. ???Casi podemos imaginarlos como peque??as placas de Petri fr??as???, dijo Frick. El hongo crece con mucha fuerza, causa irritaci??n y despierta a los murci??lagos en pleno invierno, tras lo cual ellos vuelan, gastan sus preciadas reservas de grasa en buscar insectos que no est??n ah?? y mueren.

El mismo hongo suele encontrarse en murci??lagos de Europa, pero con efectos relativamente leves y sin evidencia de mortalidad masiva, tal vez esto se debe a que su presencia es conocida desde hace tiempo y esas poblaciones se han adaptado. ??C??mo lleg?? a Am??rica del Norte? Nadie lo sabe con certeza, seg??n Frick. ???No tenemos evidencia irrefutable, pero la explicaci??n m??s frugal es que vino adherido a las botas de alguien???, especul??. Una mancha invisible de esporas f??ngicas, en el calzado de un turista casual o de un espele??logo profesional que regres?? recientemente de explorar el noreste de Francia o Alemania, podr??a haber sido suficiente. Los murci??lagos no vuelan entre Europa y Estados Unidos, pero la gente s??.
Estoy seguro de que esta analog??a es evidente para todos, la repugnante simetr??a que no le ofrece consuelo a nadie: la COVID-19 es una enfermedad catastr??fica para los humanos, su origen probable est?? en los murci??lagos y fue detonada por la acci??n humana; el s??ndrome de la nariz blanca es una enfermedad catastr??fica para los murci??lagos, su origen se desconoce y fue detonada de nuevo por la acci??n humana. Los humanos somos una especie numerosa, asombrosa y poderosa. Los murci??lagos son muchas especies diversas, asombrosas y vulnerables.
Eso pone algo de responsabilidad en nuestras manos. Nuestras vidas y nuestra salud est??n entrelazadas a las de ellos. Si pudi??ramos hablar con los murci??lagos para ofrecer una tregua y llegar a un acuerdo, yo sugerir??a empezar con cinco palabras: ???Gracias. Sin rencores. Lo siento???.
New York Times Espa??ol.