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El exdictador de Corea del Sur Chun Doo-hwan, que reprimió brutalmente a la oposición hasta verse derrocado por masivas manifestaciones, falleció este martes a los 90 años, según medios del país.

Chun murió en su domicilio del distrito de Seodaemun en Seúl a primera hora del martes por complicaciones relacionadas con el mieloma que le había sido diagnosticado recientemente, informaron representantes de su oficina.

El general Chun Doo-hwan conquistó el poder con un golpe de Estado tras el asesinato del anterior líder Park Chung-hee en 1979.

En su mandato, entre 1980 y 1988, la economía despegó y Seúl obtuvo los Juegos Olímpicos de 1988, celebrados poco después de que se convirtiera en el primer dirigente surcoreano en transferir el poder pacíficamente.

Sin embargo, el recuerdo de la dura represión y del puño de hierro de su dictadura lo mantienen todavía hoy como una de las figuras más vilipendiadas del país.

El “Carnicero de Gwangju”

De hecho, es conocido como el “Carnicero de Gwangju” por la represión del ejército de un alzamiento popular contra su poder en esa ciudad del suroeste del país.

El balance oficial estima que 200 personas murieron o desaparecieron en esos hechos, aunque los activistas aseguran que las pérdidas pueden ser tres veces superiores.

Chun Doo-hwan, frente a los muros de la prisión de Anyang, poco después de ser liberado gracias a un indulto presidencial el 22 de diciembre de 1997. (Archivo)

En 1996 fue condenado por traición y condenado a muerte por su implicación en esa masacre, aunque la ejecución fue conmutada en la fase de apelación y posteriormente fue liberado gracias a un indulto presidencial.

El exdictador siempre negó su participación directa en la represión que, tanto él como otros políticos de extrema derecha, reducen a meros “disturbios”.

Durante su mandato, el autócrata sobrevivió a un intento de asesinato. Durante una visita oficial a Birmania en 1983, agentes de Corea del Norte trataron de matarlo con una bomba durante una ofrenda floral.

Sin arrepentimientos

Chun ha tenido que lidiar con batallas judiciales hasta su muerte.

El exmilitar apenas mostró arrepentimiento por su papel en la represión de Gwangju, e incluso acabó recibiendo en 2020 una condena en suspenso de dos años de prisión por difamar a uno de los testigos de la masacre.

Chun recurrió la sentencia y se personó por última vez ante la corte en el proceso de apelación en agosto de este año, mostrando dificultades para respirar y entender lo que se le decía.

jc (afp, efe, ap)

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