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C??psula del Apolo en el mar
Pie de foto, La c??psula de la misi??n a la Luna Apolo 11 estuvo flotando en el mar y exist??a la posibilidad de que sucediera una cat??strofe cuando se abriera.

A finales de la d??cada de 1960, la NASA se enfrent?? a una decisi??n que podr??a haber cambiado el destino de nuestra especie.

Despu??s de la llegada del Apolo 11 de la Luna, los tres astronautas de la misi??n esperaban a ser recogidos dentro de su c??psula, flotando en el oc??ano Pac??fico, con mucho calor e inc??modos.

Los trabajadores de la NASA decidieron asistir a sus tres h??roes nacionales r??pidamente. Sin embargo, exist??a una peque??a posibilidad de desencadenar una invasi??n de microbios alien??genas mortales en la Tierra.

Otro ejemplo sucedi?? un par de d??cadas antes, cuando un grupo de cient??ficos y militares se encontraron ante un punto de inflexi??n similar.

Mientras esperaban para observar la primera prueba de arma at??mica, se dieron cuenta de un resultado potencialmente catastr??fico. Exist??a la posibilidad de que sus experimentos incendiaran accidentalmente la atm??sfera y destruyeran toda la vida en el planeta.

En algunos momentos del siglo pasado, unos pocos grupos de personas tuvieron el destino del mundo en sus manos.

Fueron responsables de la posibilidad, peque??a pero real, de causar una cat??strofe total. No solo el final de sus propias vidas, sino el final de todo.

??C??mo se lleg?? a estas decisiones? ??Y qu?? nos dice todo ello sobre nuestra actitud frente a los riesgos y crisis que enfrentamos hoy?

Contaminaci??n

Cuando por primera vez la humanidad hizo planes para enviar sondas y personas al espacio a mediados del siglo XX, surgi?? el problema de la contaminaci??n.

En primer lugar, exist??a el miedo a la contaminaci??n “futura, es decir, la posibilidad de que la vida terrestre pudiera perjudicar el cosmos.

Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin Jr. en sus trajes espaciales en 1969.
Pie de foto, Una de las teor??as que se estudi?? es que los astronautas podr??an haber tra??do microbios alien??genas a la Tierra.

La nave espacial necesitaba ser esterilizada y cuidadosamente sellada antes del lanzamiento. Si los microbios se infiltraban a bordo, confundir??a cualquier intento de detectar vida extraterrestre.

Y si hubiera organismos extraterrestres por ah??, podr??amos terminar mat??ndolos inadvertidamente con bacterias o virus terrestres, como el destino de los extraterrestres al final de la novela “La guerra de los mundos” (War of the Worlds).

Estas preocupaciones son tan importantes hoy como en la era de la carrera espacial.

Una segunda preocupaci??n fue la contaminaci??n “posterior”, la idea de que los astronautas, los cohetes o las sondas que regresaban a la Tierra pudieran traer vida que podr??a resultar catastr??fica, ya sea superando a los organismos terrestres o algo mucho peor, como consumir todo nuestro ox??geno.

La contaminaci??n posterior era un temor que la NASA debi?? tomar en serio durante la planificaci??n de las misiones Apolo a la Luna.

??Y si los astronautas tra??an algo peligroso?

En ese momento, la probabilidad no se consideraba alta, pocos pensaban que era probable que la Luna albergara vida, pero aun as??, el escenario ten??a que estudiarse, porque las consecuencias podr??an ser muy graves.

Rescate de lo astronautas en el oc??ano Pac??fico en 1969.
Pie de foto, Se realiz?? una operaci??n tit??nica para el rescate de los astronautas pero hab??a riesgos.

“Tal vez haya un 99% de que el Apolo 11 no traiga organismos lunares”, dijo un cient??fico influyente en ese momento, “pero incluso ese 1% de incertidumbre es demasiado grande para ser complacientes”.

La NASA implement?? varias medidas de cuarentena, aunque en algunos casos las cumpli?? protestando.

Funcionarios del Servicio de Salud P??blica de EE.UU. estaban preocupados y pidieron medidas m??s estrictas de las planeadas inicialmente argumentando que ten??an el poder de negar la entrada a los astronautas contaminados en la frontera.

Despu??s de las audiencias en el Congreso, la NASA acord?? instalar una costosa instalaci??n de cuarentena en el barco que recoger??a a los hombres de su amerizaje en el oc??ano Pac??fico.

Tambi??n se acord?? que los exploradores lunares pasar??an tres semanas aislados antes de poder abrazar a sus familias o estrechar la mano del presidente.

El astronauta Edwin E. Aldrin Jr., piloto del m??dulo lunar, es fotografiado caminando en la Luna.
Pie de foto, En 1969 hubo temor de que la misi??n a la Luna trajera a la Tierra material alien??gena peligroso.

Sin embargo, hubo una brecha importante en el procedimiento de cuarentena, seg??n el acad??mico de Derecho Jonathan Wiener de la Universidad de Duke, quien escribi?? sobre el episodio en un art??culo sobre percepciones err??neas del riesgo catastr??fico.

Cuando los astronautas llegaron al agua, el protocolo original se??alaba que deb??an permanecer dentro de la nave espacial.

Pero la NASA lo pens?? mejor despu??s de que surgieran preocupaciones sobre el bienestar de los astronautas en ese momento, esperando de un espacio caluroso y sofocante, azotado por las olas.

Pese al protocolo, se decidi?? abrir la puerta y rescatar a los hombres en balsa y helic??ptero (as?? lo muestra la primera imagen de este art??culo).

Mientras se pon??an los trajes de biocontaminaci??n y entraban a las instalaciones de cuarentena en el barco, el aire interior de la c??psula se esparci?? en el exterior.

Afortunadamente, la misi??n Apolo 11 no trajo vida extraterrestre mortal a la Tierra. Pero podr??a haber pasado en ese corto per??odo, como consecuencia de esa decisi??n de priorizar el bienestar a corto plazo de los hombres.

Aniquilaci??n nuclear

Veinticuatro a??os antes, los cient??ficos y funcionarios del gobierno de EE.UU. llegaron a otro punto de inflexi??n que implicaba un riesgo peque??o pero potencialmente desastroso.

Antes de la primera prueba de armas at??micas en 1945, los cient??ficos del Proyecto Manhattan realizaron c??lculos que apuntaban a una posibilidad escalofriante.

Foto del f??sico estadounidense, "padre de la bomba higr??gena", Edward Teller, se??alando una f??rmula en una pizarra. Teller trabaj?? en el Proyecto Manhattan en Los Alamos, Nuevo M??xico entre 1943 y 1946 que desarroll?? la bomba at??mica y luego trabaj?? en el desarrollo de la bomba de hidr??geno.
Pie de foto, En los c??lculos de las primeras armas at??micas hubo errores.

En un escenario que plantearon, el calor de la explosi??n de fisi??n ser??a tan grande que hubiera podido desencadenar una fusi??n descontrolada.

En otras palabras, la prueba podr??a haber incendiadoaccidentalmente la atm??sfera y quemar los oc??anos, destruyendo la mayor parte de la vida en la Tierra.

Estudios posteriores sugirieron que probablemente eso era imposible, pero hasta el d??a de la prueba los cient??ficos verificaron una y otra vez su an??lisis.

Finalmente lleg?? el d??a de la prueba Trinity y los funcionarios decidieron seguir adelante.

Cuando el destello fue m??s largo y brillante de lo esperado, al menos un miembro del equipo pens?? que hab??a sucedido lo peor.

Uno de ellos fue el presidente de la Universidad de Harvard, cuyo asombro inicial se convirti?? r??pidamente en miedo.

“No s??lo no ten??a confianza en que la bomba funcionara, sino que cuando funcion?? ??l crey?? que la hab??an arruinado con consecuencias desastrosas y que estaba presenciando, como ??l mismo dijo, ‘el fin del mundo'”, dijo su nieta Jennet Conant al diario The Washington Post despu??s de escribir un libro sobre los cient??ficos del proyecto.

Foto en exhibici??n en el Museo de Ciencias de Bradbury muestra la primera prueba de bomba at??mica el 16 de julio de 1945, a las 5:29:45, en Trinity en Nuevo M??xico, EE.UU.
Pie de foto, La primera prueba de armas at??micas marc?? el comienzo de una nueva era.

Para el fil??sofo Toby Ord de la Universidad de Oxford, ese momento fue un punto significativo en la historia de la humanidad.

??l menciona la fecha y hora espec??ficas de la prueba Trinity -05:29 del 16 de julio de 1945- como el comienzo de una nueva era para la humanidad, marcada por un cambio radical en nuestras habilidades para destruirnos a nosotros mismos.

“De repente, est??bamos liberando tanta energ??a que est??bamos creando temperaturas sin precedentes en toda la historia de la Tierra”, escribe Ord en su libro The Precipice (“El precipicio”).

A pesar del rigor de los cient??ficos de Manhattan, los c??lculos nunca fueron sometidos a la revisi??n de pares,de una parte desinteresada, se??ala, y tampoco hubo evidencia de que se informara a ning??n representante electo sobre el riesgo y mucho menos a otros gobiernos.

Los cient??ficos y los l??deres militares siguieron adelante por su cuenta.

Ord tambi??n destaca que, en 1954, los cient??ficos obtuvieron un c??lculo asombrosamente incorrecto en otra prueba nuclear: en lugar de una explosi??n esperada de 6 megatoneladas, obtuvieron 15.

“De los dos c??lculos termonucleares principales realizados ese verano… obtuvieron uno correcto y otro incorrecto. Ser??a un error concluir que el riesgo subjetivo de incendiar la atm??sfera era tan alto como un 50%. Pero ciertamente no era un nivel de confiabilidad en el que arriesgar nuestro futuro“, dijo.

Un mundo vulnerable

Desde nuestra posici??n informada en el siglo XXI, ser??a f??cil juzgar estas decisiones espec??ficas de su ??poca.

El conocimiento cient??fico sobre la contaminaci??n y la vida en el Sistema Solar es mucho m??s avanzado hoy y la guerra entre los aliados y los nazis ya pas??.

R??plica a tama??o real de la bomba at??mica 'Fat Man' que fue lanzada sobre Nagasaki, Jap??n el 9 de agosto de 1945, y que se encuentra entre las exhibiciones en el Museo de Ciencias Bradbury en Los Alamos, Nuevo M??xico.
Pie de foto, A pesar del rigor de los cient??ficos de Manhattan, los c??lculos nunca fueron sometidos a la revisi??n de pares de ua parte desinteresada, se??ala el fil??sofo Toby Ord de la Universidad de Oxford.

En la actualidad, nadie volver??a a correr riesgos as??, ??verdad?

Tristemente, no. Ya sea por accidente o por otro motivo, la posibilidad de una cat??strofe es, en cualquier caso, mayor ahora que en ese entonces.

Es cierto que la aniquilaci??n alien??gena no es el mayor riesgo al que se enfrenta el mundo.

Si bien puede haber pol??ticas de “protecci??n planetaria” para cuidarnos contra la contaminaci??n extraterrestre es una pregunta v??lida saber qu?? tan bien se aplicar??n estas regulaciones y procedimientos a las empresas privadas que visitan otros planetas y lunas en el Sistema Solar.

Adem??s de la amenaza de cat??strofe extraterrestre, esparcir nuestra presencia por la galaxia puede arriesgarnos a un encuentro potencialmente funesto con extraterrestres, especialmente si son m??s avanzados. La historia sugiere que fen??menos adversos tienden a suceder a las poblaciones que se encuentran con culturas tecnol??gicamente m??s competentes (si no, mira el destino de los pueblos ind??genas que se encuentran con los colonos europeos).

M??s preocupante a??n es la amenaza de las armas nucleares.

Una atm??sfera ardiente puede ser imposible, pero un invierno nuclear similar al cambio clim??tico que ayud?? a hacer desaparecer a los dinosaurios no lo es.

En la Segunda Guerra Mundial, los arsenales at??micos no eran lo suficientemente abundantes o poderosos para desencadenar este desastre, pero ahora s?? lo son.

Ord estima que el riesgo de extinci??n humana en el siglo XX fue de alrededor de 1 de 100. Pero ??l cree que ahora es mayor.

Adem??s de los riesgos existenciales naturales que siempre estuvieron ah??, el potencial de una desaparici??n provocada por el hombre se ha incrementado significativamente en las ??ltimas d??cadas, argumenta.

"Gadget", la primera bomba at??mica explota en Alamogordo, Nuevo M??xico, el 16 de julio de 1945.
Pie de foto, Los especialistas sostienen que el riesgo de extinci??n humana est?? cada vez m??s presente.

Aparte de la amenaza nuclear, ha surgido la perspectiva de una inteligencia artificial desalineada, las emisiones de carbono se han disparado y ahora podemos inmiscuirnos en la biolog??a de los virus para hacerlos mucho m??s letales.

Tambi??n nos volvemos m??s vulnerables debido a la conectividad global, la desinformaci??n y la intransigencia pol??tica, como ha demostrado la pandemia de covid-19.

“Con todo lo que s??, pongo el riesgo de este siglo en alrededor de 1 de cada 6, una ruleta rusa“, escribi?? Toby Ord.

“Si no hacemos las cosas adecuadamente, si seguimos permitiendo que nuestro crecimiento en t??rminos de poder supere al de la sabidur??a, deber??amos esperar que el riesgo sea a??n mayor el pr??ximo siglo, y as?? sucesivamente”, a??adi??.

Otra forma en que los investigadores del riesgo existencial han caracterizado este peligro creciente es pidiendo que te imagines sacando bolas de una urna gigante.

Cada bola representa una nueva tecnolog??a, descubrimiento o invenci??n. La gran mayor??a de ellas son blancas o grises.

Una bola blanca representa un buen avance para la humanidad, como el descubrimiento del jab??n. Una bola gris representa un logro mixto, como las redes sociales.

Sin embargo, dentro de la urna hay un pu??ado de bolas negras. Son extremadamente raras, pero elige una y habr??s destruido a la humanidad.

Esto se llama la “hip??tesis del mundo vulnerable” y destaca el problema de prepararse para eventos muy raros y muy peligrosos en nuestro futuro.

Hasta ahora, no hemos elegido una bola negra, pero es muy probable que sea porque son muy poco comunes y nuestra mano ya ha rozado una o dos cuando la metimos en la urna.

En resumen: tuvimos suerte.

Astronautas del Apolo 11
Pie de foto, Los astronautas del Apolo 11 fueron puestos en cuarentena despu??s del aterrizaje, pero hubo una brecha cuando fueron recogidos en el mar.

Hay muchas tecnolog??as o descubrimientos que podr??an acabar siendo bolas negras. Algunos ya los conocemos, pero no los hemos implementado, como las armas nucleares o los virus de bioingenier??a.

Otras son inc??gnitas conocidas, como el aprendizaje autom??tico (machine learning) o la tecnolog??a gen??mica. Y otras son inc??gnitas desconocidas: ni siquiera sabemos que son peligrosas, porque a??n no fueron concebidas.

La tragedia de lo poco com??n

??Por qu?? no tratamos estos riesgos catastr??ficos con la gravedad que merecen?

Wiener tiene algunas sugerencias. ??l describe la forma en que la gente percibe err??neamente los riesgos catastr??ficos extremos como “tragedias de lo poco com??n”.

Probablemente hayas o??do hablar de la tragedia de los comunes: describe la forma en que las personas interesadas en s?? mismos administran mal un recurso comunal.

Cada uno hace lo mejor para s?? mismo, pero todos terminan sufriendo. Es la base del cambio clim??tico, la deforestaci??n o la sobrepesca.

Una tragedia de lo “poco com??n” es diferente, explica Wiener. En lugar de que las personas administren mal un recurso compartido, aqu?? la gente est?? percibiendo mal un riesgo catastr??fico poco com??n.

Sitio d prueba Trinity.
Pie de foto, El sitio de la prueba Trinity hoy, bajo una atm??sfera que afortunadamente no se incendi??.

??l propone tres razones por las que esto sucede:

La primera es la “falta de disponibilidad” de cat??strofes raras.

Los acontecimientos recientes y destacados son m??s f??ciles de recordar que los acontecimientos que nunca sucedieron.

El cerebro tiende a construir el futuro con un collage de recuerdos sobre el pasado. Si un riesgo encabeza las noticias (terrorismo, por ejemplo), aumenta la preocupaci??n p??blica, los pol??ticos act??an, se inventa la tecnolog??a, etc.

Sin embargo, la dificultad especial de prever las tragedias de los infrecuentes es que es imposible aprender de la experiencia. Nunca aparecen en los titulares. Pero una vez que suceden, se acab?? el juego.

La segunda raz??n por la que percibimos mal las cat??strofes muy raras es el efecto “adormecedor” de un desastre masivo.

Los psic??logos observan que la preocupaci??n de la gente no crece linealmente con la gravedad de una cat??strofe.

O para decirlo m??s simple, si preguntas a las personas cu??nto les importa que mueran todas las personas en la Tierra, no es 7.500 millones de veces m??s preocupante que si les dijeras que una persona morir??a. Tampoco consideran las vidas de las generaciones futuras perdidas.

En grandes cantidades, hay cierta evidencia de que la preocupaci??n de las personas incluso disminuye en relaci??n con sus preocupaciones sobre la tragedia individual.

En un art??culo reciente para BBC Future, la periodista Tiffanie Wen cita a la Madre Teresa, quien dijo: “Si miro a la masa, nunca actuar??. Si miro a uno, lo har??”.

Finalmente, Wiener describe un efecto de “subestimaci??n” que fomenta una actitud de no actuar entre quienes toman los riesgos, porque no hay responsabilidad.

Si el mundo se acaba debido a tus decisiones, entonces no puedes ser demandado por negligencia. Las leyes y reglas no tienen poder para disuadir la imprudencia de acabar con las especies.

Foto de la Tierra tomada desde la Luna.

Quiz??s lo m??s preocupante es que una tragedia poco com??n podr??a suceder por accidente ya sea por arrogancia, estupidez o negligencia.

“En igualdad de condiciones, no mucha gente preferir??a destruir el mundo. Incluso las corporaciones sin rostro, los gobiernos entrometidos, los cient??ficos imprudentes y otros agentes de la cat??strofe necesitan un mundo en el que lograr sus objetivos de lucro, orden, tenencia u otras canalladas”, escribi?? una vez el investigador de Inteligencia Artificial Eliezer Yudkowsky.

“Si nuestra extinci??n avanza lo suficientemente lenta como para permitir un momento de horrorizada comprensi??n, los autores de la acci??n probablemente se sorprender??n bastante… si la Tierra es destruida, probablemente ser?? por error”, a??adi??.

Podemos estar agradecidos de que los trabajadores del proyecto Apolo 11 y los cient??ficos de Manhattan no fueran esos horribles individuos.

Pero en el futuro, alguien llegar?? a otro punto de inflexi??n en el que el destino de la especie estar?? en sus manos. O quiz??s ya est??n en este camino, lanz??ndose hacia el desastre con los ojos cerrados.

Con suerte, por el bien de la humanidad, tomar??n la decisi??n correcta cuando llegue su momento.

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