El sorprendente caso de John Hollis tiene a la ciencia en alerta y con una gran esperanza, pues su sangre podría ayudar a los científicos a comprender el desarrollo de la covid-19.
La prensa en todo el mundo está dando a conocer el caso de John Hollis. Tiene 54 años y es gerente de comunicaciones en la Universidad George Mason en Virginia, Estados Unidos.
En abril de 2020 el compañero de casa de Hollis enfermó gravemente de covid-19 y pensó que se enfermaría. Estaba tan preocupado que le escribió una carta a su hijo Davis. En caso de que “las cosas fueran cuesta abajo”, contó el estadounidense a la cadena de noticias NBC.
Sin embargo, la historia fue otra. John tenía la enfermedad y, sin saberlo, pudo haber infectado a su compañero de cuarto.
Hollis habló con un patólogo y bioingeniero de la universidad, quien le sugirió que participara en un estudio de anticuerpos covid que estaba en desarrollo.
Así fue como John Hollis se enteró, en julio de 2020, que no solo había contraído el virus, sino que además tenía anticuerpos que lo hacían permanentemente inmune a la enfermedad, lo cual quiere decir que el virus podía entrar a su cuerpo pero nunca lograrían infectar sus células ni hacerlo enfermar.
Una verdadera mina de oro
Los expertos dedujeron que Hollis pertenecía a una categoría poco común de personas cuya sangre podría ayudar a los científicos a comprender la covid y potencialmente tratar a quienes enferman.
“Al parecer no puede dañarlo”, dijo el bioingenierio Lance Liotta, quien dirige los ensayos clínicos de la escuela sobre anticuerpos.
La sangre de Hollis está fortificada con los llamados “superanticuerpos”, que son anticuerpos que neutralizan el virus.
“Recogimos la sangre de Hollis en diferentes momentos y ahora es una mina de oro para estudiar diferentes formas de atacar el virus”, dijo Liotta.
De acuerdo a un estudio médico, este fenómeno se encuentra en menos del 5% de la población que ha contraído el coronavirus.
BBC News