Nuestro universo atesora muchas maravillas. ¿Sabías que en Venus el Sol sale al revés? (sale por el oeste y se pone por el este).
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El universo nació a partir de una singularidad hace aproximadamente 13.700 millones de años, dato que conocemos gracias a la observación de su luz, que ha recorrido una enorme distancia a través del espacio y el tiempo hasta que ha llegado a nosotros.
Nuestro universo, con dos billones de galaxias estimadas e incontable número de estrellas, está repleto de fascinantes ejemplo de exoplanetas, estrellas, nebulosas, agujeros negros, cúmulos de galaxias y otros objetos astronómicos cuya existencia aún intentan descifrar y demostrar los científicos de todo el mundo.
En “El universo: guía de viaje”, nos encontraremos son un completo y adictivo volumen en el que tras aprender la nomenclatura astronómica imprescindible, podremos dar un paseo por nuestro cosmos como si de un periplo se tratara. Pasamos por explicaciones generales sobre nuestro sistema solar, los tránsitos y eclipses, los vuelos espaciales tripulados, nuestra estrella, el Sol y su situación actual, los planetas, Mercurio, Venus, la Tierra (y también nuestro satélite la Luna, cómo no, explorando su historia, sus eclipses, el mar de la Tranquilidad o la cuenca Aitken), Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno… así como asteroides, planetas enanos y cometas como Vesta, Eros o Faetón, el cinturón de Kuiper, planetas enanos como Eris, The Goblin, Makemake o Çhamea, cometa como Churyumov-Geraimenko, Halley o Swift-Tuttle, planetas extrasolares como el conocido 51 Pegasi b, Epsilon Eridani o la Estrella de Barnard b, objetos estelares como las nebulosas y las protoestrellas, tipos de estrellas gigantes, estrellas dobles y cúmulos, la famosa Betelgeuse, Antares, Aldebarán, el Fantasma de Júpiter, la estrella de Tabby, la Nebulosa del Búho, la famosa Nebulosa Cabeza de Caballo, Réglo, la supernova de Kepler o VY Canis Maioris, y galaxias y cúmulos de galaxias como Centaurus A, Andrómeda, la Galaxia del Girasol, del Sombrero o las nubes de Magallanes, así como el cúmulo de la Bala, el cúmulo de Fénix, el de Pandora o incluso El Gordo y el Grupo Local.
Y si te encuentras un poco perdido, un nutrido glosario pondrá todo en su lugar.
¿Preparado para esta guía de viaje por el universo? Te vamos a contar un montón de datos curiosos que, a lo mejor, desconocías.
El ‘bronceado’ más espectacular del sistema solar, en Mercurio
Mercurio es un planeta marchito y extenuado por su proximidad al Sol, sin embargo, el planeta más pequeño del sistema solar es el lugar el “bronceado más extremo” del sistema solar. La luz del Sol es 11 veces más brillante que en la Tierra y la temperatura durante el día alcanza niveles increíblemente abrasadores.
En Venus, el Sol sale al revés
A pesar de su divino nombre, ya sabemos que el planeta Venus es un lugar infernal: el calor es achicharrante y su superficie está devastada por un efecto invernadero de proporciones épicas que ha creado una atmósfera capaz de derretir hasta el mismísimo plomo. Sin embargo, una de sus curiosidades más llamativas es que, debido a su inusual rotación inversa, el Sol sale en este planeta al revés: sale por el oeste y se pone por el este.
Los acantilados más elevados del sistema solar
Quizá ya sepas que el monte Everest es la montaña más alta de la Tierra y que el Monte Olimpo, en Marte, es la montaña más alta del sistema solar pero, lo que quizá no sepas es que Verona Rupes, que podemos encontrar en Miranda, uno de los satélites de Urano, conforman los acantilados más elevados de todo el sistema solar con una altura superior a los 10 kilómetros.
Lugares helados
¿Sabías que Tritón, la luna de Neptuno, es uno de los astros más fríos del sistema solar? Sus volcanes escupen nitrógeno líquido, metano y un polvo que cae sobre la superficie como si fuera nieve. Otros de los rincones más gélidos son Ganímedes (el mayor satélite del sistema solar), Europa (que alberga un océano acuoso bajo todo ese hielo), Urano y Neptuno.
Los paisajes más raros del sistema solar
Podemos encontrar unos cuantos, está claro. Por ejemplo, en Ceres existe una solitaria cúpula de hielo; en Mimas, nos toparemos con un enorme cráter de impacto que nos hace pensar en el satélite de Saturno como si fuera la estación espacial de Darth Vader, la Estrella de la Muerte; de la misma forma, Japeto, nos recuerda un mundo yin-yang, pues se presenta como la mitad blanco y la mitad negro. También Miranda es bastante llamativa. Esta luna de Urano está repleta de cañones tan grandes que algunos son hasta 12 veces más profundos que el impactante Cañón del Colorado terrestre.
Mercurio, un planeta de contrastes
¿Sabías que Mercurio es el planeta más veloz del sistema solar pues gira alrededor del Sol a una velocidad media de 170.505 km/h? Apenas tarda 88 días en dar una vuelta completa. Tanto es así que un año en la Tierra son como más de cuatro años en Mercurio. Por si esto fuera poco, el interior de sus profundos cráteres de sus polos norte y sur está continuamente a la sombra, por lo que podría contar incluso con hielo de agua. El resto del planeta, está expuesto a temperaturas de hasta 430 ºC.
Mercurio en la cultura
El célebre escritor Isaac Asimov se inspiró en la naturaleza voluble de Mercurio para escribir precisamente “Yo, robot”. Si no lo has leído -te lo recomendamos-, el antihéroe es un robot fabricado para soportar la radiación solar extrema. Farrokh Bulsara, por otra parte, se convirtió en Freddie Mercury, haciendo suyo el nombre de este planeta sin satélites o anillos. También en la serie animada Invasor Zim, este planeta aparece transformado en una nave espacial.
Venus, el hermano de la Tierra
Es posible que sepas que Venus es el planeta más caliente del sistema solar pero igual desconocías el dato de que cuenta con el canal más largo en el sistema solar. Se trata del serpenteante Baltis Vallis, un canal formado por lava que, según las mediciones actuales, tiene una longitud de 6.800 kilómetros y una anchura que varía entre 1 y 3 kilómetros.
Apariciones estelares de Venus
Venus ha inspirado a algunos compositores como Lou Reed que compuso Venus in Furs (Venus con pieles); también a dibujantes de cómics de serie B de la década de 1950 que transformaron al planeta en amazonas semidesnudas, lo que condujo al surgimiento de un género que tuvo bastante éxito (sin tener en cuenta el gusto para ello, claro).
La Tierra, el planeta más denso del sistema solar
Hasta la Edad Media mucha gente creía que la Tierra era plana; hace poco más de dos milenios que sabemos que el planeta es esférico y cuenta también con unas cuantas cualidades asombrosas: el punto más elevado sobre la Tierra es el Everest, a 8.848 metros sobre el nivel del mar y el punto más bajo es el abismo de Challenger, en la fosa de las Marianas, con una profundidad estimada de 10.984 metros. Allí la presión del agua es tan fuerte que es 1.000 veces mayor que al nivel del mar: hasta 1.125 kg por centímetro cuadrado.
Marte, el Rojo
Es probable que conozcas que Marte debe su característico color rojo a que presenta minerales de hierro en el suelo que, al reaccionar con el oxígeno, se oxidan, de ahí que se vea de color rojizo toda su superficie. Pero, quizá no sepas que la primera formación marciana en ser observada desde la Tierra fue la más grande entre las famosas manchas oscuras de Marte, Syrtis Major Planum. Su color oscuro se debe a la presencia de basalto y a la relativa ausencia de polvo en el aire.
Júpiter, la gran bestia
Júpiter es 11 veces mayor que la Tierra, por ello es el planeta más grande del sistema solar. Fue descubierto por astrónomos babilonios en el siglo VIII a.C y fue bautizado con el nombre del antiguo rey romano de los dioses. Su atmósfera es rica en hidrógeno y su gravedad, extrema: emite más calor del que recibe el Sol. Impresionante. Ante la ausencia de una corteza sólida, este gigante gaseoso no puede albergar vida, pero respecto a sus satélites, es otra historia. Io, por ejemplo, es el tercero de mayor tamaño de sus 79 satélites y es el cuerpo celeste volcánicamente más activo del sistema solar. En 2025, está prevista una misión a la luna Europa, la misión Clipper, con la intención de buscar lagos bajo su superficie.