Decenas de millones de brasile??os sufren inseguridad alimentaria mientras la pandemia se prolonga en el pa??s y mata a miles diariamente
Adolescentes escu??lidos sostienen avisos en los cruceros con letreros que dicen ???fome??? ???hambre??? en letras grandes. Ni??os, muchos de ellos no han asistido a la escuela por m??s de un a??o, mendigan comida afuera de supermercados y restaurantes. Familias enteras se apretujan en endebles campamentos en las aceras y piden f??rmula para beb??, galletas o lo que sea.
A un a??o de la pandemia, millones de brasile??os est??n hambrientos.
Las escenas, que proliferan en los ??ltimos meses en las calles de Brasil, son una cruda evidencia de que la apuesta del presidente Jair Bolsonaro ???proteger la econom??a del pa??s al evitar pol??ticas de salud p??blica para controlar el virus??? ha fracasado.
Desde el inicio del brote, el mandatario brasile??o se ha mostrado esc??ptico del impacto de la enfermedad y desde??a el consejo de los expertos en salud al argumentar que el da??o econ??mico de los cierres, la suspensi??n de las actividades de negocios y las restricciones de movilidad que recomendaron ser??a una amenaza mayor que la pandemia para la d??bil econom??a del pa??s.
Ese sacrificio caus?? una de las cifras de v??ctimas mortales m??s altas del mundo pero tambi??n fall?? en su objetivo: mantener el pa??s a flote.
El virus afecta el tejido social al establecer r??cords dolorosos mientras que la crisis de salud empeora y empuja a los negocios a la quiebra al asesinar los empleos y obstaculiza a??n m??s el avance de una econom??a que durante m??s de seis a??os casi no ha crecido.Daniela dos Santos prepara una comida en el centro de S??o Paulo. La pandemia agrav?? la crisis econ??mica de Brasil y ha hecho aumentar las filas de los desempleados y las personas sin hogar. (Victor Moriyama / The New York Times)
Voluntarios distribuyen sopa y s??ndwiches. (Victor Moriyama / The New York Times)
El a??o pasado, las transferencias de emergencia en efectivo del gobierno ayudaron a poner alimento en la mesa de millones de brasile??os. Pero cuando ese dinero fue recortado dr??sticamente este a??o ante una inminente crisis de deuda, muchas alacenas se quedaron vac??as.
El a??o pasado unos 19 millones de personas pasaron hambre, casi el doble de los 10 millones que experimentaron una situaci??n similar en 2018, el a??o m??s reciente del que hay datos, seg??n el gobierno brasile??o y un estudio de privaciones durante la pandemia llevado a cabo por una red de investigadores brasile??os ocupados en el asunto.
Y el estudio mostr?? que alrededor de 117 millones de personas, o alrededor del 55 por ciento de la poblaci??n del pa??s enfrentan inseguridad alimentaria con acceso incierto a nutrici??n en 2020, un gran salto de los 85 millones que estuvieron en esa situaci??n hace dos a??os.
???La forma en que el gobierno ha manejado el virus ha profundizado la pobreza y la desigualdad???, dijo Douglas Belchior, fundador de UNEafro Brasil, una de un pu??ado de organizaciones que se han unido para recaudar fondos para llevar despensas a las comunidades vulnerables. ???El hambre es un problema grave e incurable en Brasil???.
Luana de Souza, de 32 a??os, era una de las madres que hac??an cola afuera de un banco de comida improvisado una tarde reciente con la esperanza de conseguir una bolsa con frijoles, arroz y aceite. Su esposo hab??a trabajado en una empresa organizadora de eventos pero se qued?? sin empleo el a??o pasado como ocho millones de personas que se unieron a las filas del desempleo en Brasil durante la pandemia y empujaron la tasa por enciva del 14 por ciento, seg??n el Instituto de Geograf??a y Estad??stica de Brasil.
Al principio la familia administraba cuidadosamente la asistencia del gobierno, dijo De Souza, pero este a??o, cuando recortaron los pagos, han tenido dificultades.
???No hay trabajo???, dijo. ???Y las cuentas siguen llegando???.Ismael dos Santos pide unas monedas en un sem??foro. (Victor Moriyama / The New York Times)
Los integrantes de una iglesia evang??lica reparten desayunos. (Victor Moriyama / The New York Times)
En 2014, la econom??a brasile??a entr?? en recesi??n y no se hab??a recuperado cuando lleg?? la pandemia. Bolsonaro a menudo evocaba la realidad de familias como la de De Souza, que no pueden darse el lujo de quedarse en casa sin trabajar para sostener que los confinamientos impuestos por los gobiernos de Europa y otros pa??ses ricos para detener la propagaci??n del virus eran insostenibles en Brasil.
El a??o pasado, gobernadores y alcaldes de todo el pa??s decretaron suspensi??n de actividades para los negocios no esenciales y ordenaron restricciones de movilidad, medidas que Bolsonaro calific?? como ???extremas??? y advirti?? que causar??an desnutrici??n.
El presidente tambi??n desestim?? la amenaza del virus, sembr?? dudas sobre las vacunas, que su gobierno empez?? a procurar con retraso y a menudo alentaba a multitudes de sus seguidores en eventos pol??ticos.
Una segunda ola de casos este a??o llev?? al colapso del sistema de salud en varias ciudades y funcionarios locales volvieron a imponer un mont??n de medidas estrictas y se hallaron en guerra con Bolsonaro.
???La gente necesita libertad, derecho a trabajar???, coment?? el mes pasado y dijo que las nuevas medidas de cuarentena impuestas por los gobiernos locales equival??an a vivir en ???dictadura???
Este mes, cuando la cifra de muertes diarias causadas por el virus super?? los 4000, Bolsonaro reconoci?? la gravedad de la crisis humanitaria que enfrentaba su pa??s. Pero no asumi?? responsabilidad y m??s bien culp?? a los funcionarios locales.
???Brasil est?? al l??mite???, dijo y argument?? que la culpa era de ???quien sea que haya cerrado todo???.
Pero los economistas dijeron que era ???un dilema falso??? decir que las restricciones para controlar el virus empeorar??an la crisis econ??mica de Brasil.Se reparte comida y se llevan a cabo bautismos. (Victor Moriyama / The New York Times)
En una carta abierta dirigida a las autoridades brasile??as a finales de marzo, m??s de 1.500 economistas y empresarios pidieron al gobierno que impusiera medidas m??s estrictas, entre ellas un confinamiento. ???No es razonable esperar que la actividad econ??mica se recupere de una epidemia descontrolada???, escribieron los expertos.
Laura Carvalho, economista, public?? un estudio que mostraba que las restricciones pueden tener un impacto negativo en la salud econ??mica de un pa??s en el corto plazo pero que, a largo plazo, habr??a sido una mejor estrategia.
???Si Bolsonaro hubiera implementado medidas de confinamiento habr??amos salido antes de la crisis econ??mica???, dijo Carvalho, profesora en la Universidad de S??o Paulo.
El enfoque de Bolsonaro tuvo un amplio efecto desestabilizador, dijo Thomas Conti, profesor en Insper, una escuela de negocios.
???El real brasile??o fue la moneda m??s devaluada entre todos los pa??ses en desarrollo???, dijo Conti. ???Nos encontramos en un alarmante nivel de desempleo, no hay predictibilidad al futuro del pa??s, se violan las reglas presupuestarias y la inflaci??n crece sin parar???.
La crisis de COVID-19 del pa??s, que va en deterioro, ha dejado a Bolsonaro pol??ticamente vulnerable. Este mes el Senado lanz?? una investigaci??n en torno al manejo gubernamental de la pandemia. Se espera que la indagatoria documente errores, entre ellos el apoyo del gobierno a f??rmacos ineficaces para tratar la COVID-19 y la escasez de suministros m??dicos b??sicos, como el ox??geno. Algunos de esos fallos probablemente ser??n culpados de ocasionar muertes que han podido prevenirse.
Creomar de Souza, analista pol??tico y fundador de la consultora Dharma Politics en Brasilia, dijo que el presidente subestim?? la amenaza que era la pandemia para el pa??s y no puso en marcha un plan comprehensivo para atenderla.
???Creyeron que no ser??a algo grave y asumieron que el sistema de salud podr??a manejarlo???, dijo.
De Souza dijo que Bolsonaro siempre ha hecho campa??a y gobernado con un estilo combativo, present??ndose a los votantes como una alternativa ante rivales peligrosos. Su respuesta a la pandemia ha sido consistente con ese manual de operaci??n, dijo.
???La gran p??rdida, adem??s de la creciente cifra de v??ctimas en esta tragedia es una erosi??n de la gobernanza???, dijo. ???Enfrentamos un escenario de mucha volatilidad, con muchos riesgos pol??ticos porque el gobierno no cumpli?? con las pol??ticas p??blicas???.Una fila de personas que esperan el reparto de comida. (Victor Moriyama / The New York Times)
Joaquim Ribeiro busca material de reciclaje para vender. (Victor Moriyama / The New York Times)
Los grupos de defensa y las organizaciones de derechos empezaron este a??o una campa??a llamadaTem Gente Com Fome, o Gente con Hambre, con la intenci??n de recaudar fondos de las empresas y los individuos para hacer llegar despensas a las personas necesitadas de todo el pa??s.
Belchior, uno de los fundadores, dijo que la campa??a lleva el nombre de un poema del escritor y artista Solano Trindade. Describe escenas de miseria vistas mientras en R??o de Janeiro recorre los barrios pobres de los que el Estado durante d??cadas ha estado ausente.
???Las familias cada vez m??s est??n pidiendo que se les entregue antes la comida??? dijo Belchior. ???Y dependen m??s de las acciones de la comunidad que del gobierno???.
Carine Lopes, de 32 a??os, presidenta de una escuela de ballet comunitario en Manguinhos, un distrito de clase trabajadora de R??o de Janeiro, ha respondido a la crisis convirtiendo su organizaci??n en un centro de ayuda improvisado.
Desde el comienzo de la pandemia, el precio de los productos b??sicos aument?? dr??sticamente en las tiendas cercanas, cont??. El costo del aceite de cocina se triplic?? con creces. Un kilo de arroz ha subido al doble. A medida que la carne se volvi?? cada vez m??s prohibitiva, las parrilladas al aire libre que se celebraban los domingos se convirtieron en una rareza en el vecindario.Entrega de despensas. (Victor Moriyama / The New York Times)
Durante mucho tiempo, Lopes se acostumbr?? a recibir llamadas de padres que quer??an desesperadamente un lugar para sus hijos en la escuela de ballet, pero ahora se ha acostumbrado a algo muy diferente. A diario, viejos conocidos y extra??os le env??an mensajes de texto pregunt??ndole por las canastas de comida que la escuela de ballet ha estado distribuyendo semanalmente.
???Estas mam??s y pap??s ahora solo est??n pensando en los art??culos b??sicos???, dijo. ???Llaman y dicen: ???Estoy desempleado, no tengo nada m??s para comer esta semana. ??Hay algo que puedas darnos???????.
Cuando el virus finalmente retroceda, las familias m??s pobres tendr??n m??s dificultades para recuperarse, dijo.
Lopes se desespera pensando en los estudiantes que no se han podido conectar a las clases en l??nea desde sus hogares porque no tienen conexi??n a internet, o donde el ??nico dispositivo con pantalla pertenece a un padre que trabaja.
???Nadie podr?? competir por una beca con un estudiante de clase media que logr?? estar al corriente con las clases con su buen internet y sus tabletas???, dijo. ???La desigualdad se est?? exacerbando???.
New York Times