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Un nuevo estudio genético da nuevas pistas sobre las capacidades que habrían permitido a ‘Homo sapiens’ sortear la extinción. ¿Cuál habría sido el arma secreta de nuestros antepasados?

Hace miles de años, dos especies humanas se encontraron en el continente europeo. Homo sapiens, recién llegado de África, y H. neanderthalensis, que desaparecería poco tiempo después. Las causas que llevaron a la extinción de nuestros parientes neandertales (y a la supervivencia de nuestra propia especie) son motivo de acalorado debate y son muchas las hipótesis que se han planteado para explicarlo. Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Granada publica un trabajo en el que se identifican 267 genes relacionados con la creatividad y que diferenciarían a H. sapiens de los neandertales y el chimpancé.

El artículo, publicado en la revista Molecular Psychiatry (Nature), apunta que estos genes jugaron un papel fundamental en la evolución de la creatividad, la autoconciencia y la cooperatividad, otorgando al humano moderno una gran ventaja frente a los homínidos hoy extintos, al proporcionales una mayor resistencia al envejecimiento, las lesiones y las enfermedades a través de una mayor capacidad de adaptarse a un medio cambiante.

Genes relacionados con la personalidad

En trabajos anteriores, el equipo de científicos había identificado un conjunto de más de novecientos genes que se relacionan con la personalidad en adultos sanos, y que se organizan en tres redes genéticas que han evolucionado de forma escalonada. “La más primitiva surgió en monos y simios hace unos 40 millones de años, y es responsable de la reactividad emocional, es decir, regula los impulsos, el aprendizaje de hábitos, el apego social y la resolución de conflictos”, explican los autores. Hace menos de 2 millones de años surgió la segunda red, que regula el autocontrol intencional, es decir, la autodirección y cooperación para el beneficio mutuo. Por último, hace unos 100 000 años surgió la red de autoconciencia creativa.

En el artículo que se acaba de publicar, los autores indican que la red más antigua es casi idéntica en neandertales, chimpancés y en nuestra propia especie. Sin embargo, los genes de autocontrol y autoconciencia de los neandertales estaban a medio camino entre los de los chimpancés y el Homo sapiens.

La mayoría de estos 267 genes que distinguen a los humanos modernos de los neandertales y chimpancés son genes reguladores de ARN y no genes codificadores de proteínas. Estos últimos son casi todos iguales en las tres especies y esta investigación pone de manifiesto que lo que las distingue es la regulación de la expresión de sus proteínas por los genes que se encuentran solo en humanos. Mediante el uso de marcadores genéticos, datos de expresión génica y de imágenes de resonancia magnética de cerebro integradas en base a técnicas de inteligencia artificial, los científicos pudieron identificar las regiones en las que esos genes y los genes con los que interaccionaban estaban sobreexpresados. Estas regiones están involucradas en la autoconciencia y la creatividad humanas, incluidas aquellas regiones fuertemente asociadas con el bienestar humano y de reciente aparición filogenética.

Vidas largas y más saludables

Según los autores, gracias a estos genes los Homo sapiens tenían una mayor aptitud física y soportaban mejor el envejecimiento y las enfermedades. Al vivir más, también tenían más tiempo de acumular conocimiento, y a su vez la creatividad les permitiría tener una mayor capacidad de innovación y de buscar soluciones nuevas a problemas complejos, así como de cooperar con sus semejantes. Un conjunto de destrezas que permitirían que el linaje de H. sapiens se extendiera por el mundo con más éxito que sus semejantes.

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