La batalla de Adzhimushk??i fue la ??nica ocasi??n en que se usaron gases como arma de combate en el hemisferio occidental durante la II Guerra Mundial.
En mayo de 1942, varios millares de soldados del Ej??rcito Rojo quedaron rodeados por el enemigo en el este de Crimea. Pero en lugar de rendirse, eligieron descender a las minas de piedra caliza de Adzhimushk??i, donde continuaron ofreciendo resistencia hasta octubre, haciendo frente al hambre, la sed, la oscuridad y los gases de guerra con los que los atacaban los nazis.
A pesar de la heroica resistencia de las tropas sovi??ticas, en 1941 la guerra rel??mpago practicada por el Tercer Reich result?? en la ocupaci??n de vastos territorios de la URSS, y a mediados de noviembre toda la pen??nsula de Crimea, excepto el puerto fortificado de Sebastopol, estaba bajo el dominio nazi.
Sin embargo, en diciembre, con el??fracaso del plan??alem??n de conquistar Mosc??, el p??ndulo de la guerra se movi?? en la direcci??n opuesta y ya a finales de 1941 tuvo lugar un masivo asalto anfibio sovi??tico a trav??s del estrecho de Kerch, que conecta el mar Negro con el mar de Azov, con la esperanza de recuperar el control de la pen??nsula en 1942. Con ese fin, en enero de ese a??o Mosc?? cre?? el Frente Crimeo, pero la unidad no pudo desarrollar una ofensiva; y no solo eso, sino que el 8 de mayo los nazis avanzaron contra la peque??a porci??n oriental de Crimea controlada por los sovi??ticos.
En 10 d??as, la superioridad de sus fuerzas permiti?? a los alemanes derrotar al Frente. Sin embargo, mientras se llevaba a cabo la evacuaci??n de las tropas sovi??ticas, en varios puntos del territorio se crearon focos de resistencia que cubr??an la retirada. Uno de ellos se centr?? alrededor de Adzhimushk??i, entonces un pueblo situado cinco kil??metros al norte de Kerch y ahora un barrio de esa ciudad.
Las tropas defensoras estaban compuestas por cadetes, comisarios pol??ticos y restos de unidades destruidas que se unieron voluntariamente a la resistencia. Sus acciones las encabez?? el coronel P??vel Yagunov, queorganiz?? una eficiente defensa.
Al no conservarse mucha documentaci??n al respecto, el n??mero de los defensores no se conoce con certeza. Las estimaciones var??an y apuntan a hasta 13.000 personas, pero para el historiador Vs??volod Abr??mov es “bastante real” situar esa cifra en alrededor de 20.000. Su resistencia permiti?? salvar 138.926 personas, que cruzaron el estrecho de Kerch para dirigirse al continente.

Durante varios d??as las fuerzas integradas defendieron el pueblo. Cuando la ofensiva se intensific?? y la esperanza de una pronta reconquista sovi??tica se desvaneci??, se refugiaron, junto con varios miles de civiles, en un enorme sistema de minas subterr??neas situadas bajo las rocas de zona.
“Nos ahogamos por el gas, morimos pero no nos rendimos”
Los primeros asaltos de los alemanes y sus aliados rumanos no dieron frutos. Los defensores, invisibles en la oscuridad, opusieron una feroz resistencia, mientras que los atacantes eran blancos perfectos en las entradas de las minas. Ante ello, los nazis decidieron emplear una t??ctica diferente: combinar un intenso asedio con intentos de acabar con la guarnici??n sin entrar en combate.
El 25 de mayo, en las grutas, donde adem??s de los soldados se refugiaban varios centenares de civiles, entraron bocanadas de gases asfixiantes. Aquel d??a, uno de los defensores, Alex??nder Trof??menko, que entonces salv?? la vida gracias a una m??scara antig??s, escribi?? en su diario:

Los ataques volvieron a repetirse, pero los defensores ya estaban preparados y no sufrieron tantas bajas.
El uso de gas no socav?? la determinaci??n de los soldados del Ej??rcito Rojo. El coronel Yagunov envi?? el siguiente radiograma:
A pesar de la ferocidad de la II Guerra Mundial, la batalla de Adzhimushk??i fue el ??nico caso durante la contienda en el hemisferio occidental en que se utilizaron gases asfixiantes en los combates.

Paralelamente a los ataques con gas, los nazis detonaban enormes bombas de 250 kilogramos en su intento por hundir los t??neles de las minas. Y aunque lograron bloquear casi totalmente algunas entradas, no pudieron da??ar demasiado el interior de las grutas.
Sed y hambre
Con una extensi??n de m??s de ocho kil??metros en el interior de la piedra caliza, las Minas Centrales de Adzhimushk??i existen desde la antig??edad. En los siglos XIX y XX fueron modernizadas y ampliadas, posibilitando la entrada de carros y camiones. Los sovi??ticos las hab??an utilizado ya militarmente en 1919, durante la Guerra Civil, y en 1941, durante la primera ocupaci??n alemana de Kerch.

A inicios de 1942, en las minas se encontraban varias instalaciones militares. Inclu??an reservas de alimentos ???aunque no muy abundantes??? y un arsenal con rifles, ametralladoras y decenas de miles de balas. En general, dispon??an de una buena infraestructura.
El problema m??s grave para los defensores fue la falta de agua. Cerca las entradas a la mina hab??a dos pozos, pero estaban expuestos a cualquier tirador. Al no tener alternativa, inicialmente los sovi??ticos emprend??an desesperadas expediciones en busca de agua, perdiendo soldados en cada trayecto. “Por un cubo de agua se paga un cubo de sangre”, dec??an los defensores.
Tras varias semanas, los alemanes llenaron los pozos con tierra, por lo que los asediados se vieron obligados a obtener agua??recolectando las gotas de condensaci??n??de los techos y paredes de las minas. El racionamiento se redujo a??100 gramos al d??a para tres personas, seg??n??documentos??publicados por el Ministerio de Defensa de Rusia en 2019.
Trof??menko, que falleci?? durante la batalla, escribe en su diario:

A inicios de julio de 1942, cuando dentro de las rocas quedaban 3.000 personas, los defensores cavaron un pozo interno de 15 metros. Eso alivi?? las penurias por la falta de agua, pero entonces empez?? el hambre.
Inicialmente, en las minas hab??a reservas principalmente de harina y az??car, a las que se sumaba la carne de los caballos sacrificados en los primeros d??as del asedio.
El racionamiento diario consist??a en 200 gramos de pan, 10 gramos de grasas, 15 gramos de sopas concentradas y 100 gramos de az??car. Al cabo de un tiempo, sin embargo, no qued?? m??s que az??car. A pesar de que permiti?? sobrevivir, esa dieta provocaba diabetes grave, como resultado de la cual muchos murieron a consecuencia de heridas leves, hemorragias y abscesos.
Hambrientos y con fr??o ???la temperatura en las minas estaba por debajo de los 10 ??C???, los defensores no tuvieron otra opci??n que cazar los perros y gatos que en ocasiones se adentraban en los t??neles, as?? como las ratas, que hab??an proliferado debido a la abundancia de cad??veres. Asimismo, cocinaban sopa con la piel y los huesos de caballos que hab??an sido sacrificados meses antes, en mayo.

La aviaci??n sovi??tica lanz?? paraca??das con suministros para los asediados en dos ocasiones, pero en ambas fueron capturadas por los alemanes.
Los ??ltimos d??as
A partir de julio, los combates en la zona pr??cticamente llegaron a su fin. Exhaustos y enfermos, los sovi??ticos solo pod??an asegurar la defensa de las entradas a las minas y empezaron a salir para unirse a los guerrilleros que estaban activos en las monta??as de Crimea central. De ellos, muchos murieron o fueron hechos prisioneros.
Uno de los sobrevivientes, Mija??l R??dchenko, que ten??a entonces 14 a??os, recuerda lo que le dijo un comisario pol??tico antes de despedirse: “Pensaba que morir??as aqu??. Pero puede que exista una posibilidad entre mil de que sobrevivas“. R??dchenko contin??a:

Como resultado, hacia octubre en las minas solo quedaban algunas decenas de defensores. Probablemente ya no ten??an cartuchos, que se hab??an mojado debido al alto nivel de humedad, pero segu??an ofreciendo resistencia.
A mediados de mes, un soldado nazi muri?? y varios resultaron heridos en una tentativa de registrar las minas. Volvieron dos semanas despu??s. Tras un combate con los soldados y los enfermeros del hospital subterr??neo que se sald?? con 20 heridos en las filas germano-rumanas, el 28 de octubre los nazis capturaron a siete sovi??ticos. En los siguientes dos d??as, cayeron prisioneros siete defensores m??s. Los asediados resistieron unos 170 d??as.
La liberaci??n
El Ej??rcito Rojo volvi?? a la zona un a??o despu??s. A inicios de noviembre de 1943, un grupo de soldados baj?? a los calabozos. Uno de ellos era Iv??n Protsenko, quien recuerda su horror:
Buscadores y arque??logos empezaron a trabajar en las minas en los a??os 1960. En 1966, se abri?? en una de las grutas el Museo de la Historia de la Defensa de las Minas de Adzhimushk??i.

RT – AP News