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La avasalladora victoria del movimiento talibán fue posible gracias a la poca resistencia que ofrecieron a todas luces las fuerzas del Ejército afgano, que pareció desvanecerse en el aire.

El presidente estadounidense, Joe Biden, expuso el lunes su visión de lo ocurrido en Afganistán. Básicamente justificó su decisión de retirar las tropas de ese país y culpó a los líderes afganos por no haber resistido el avance talibán las pasadas semanas. “La verdad es que esto ocurrió más rápidamente de lo que habíamos previsto. ¿Qué sucedió? Los líderes políticos de Afganistán cedieron y abandonaron el país. Los militares se rindieron, a veces sin intentar combatir”, dijo Biden. “Las tropas estadounidenses no pueden y no deben combatir y morir en una guerra que las fuerzas afganas no están dispuestas a librar por sí mismas”, agregó.

De todos modos, para muchos observadores es un enigma cómo el Ejército afgano, que fue entrenado y equipado por Estados Unidos durante dos décadas, pudo rendirse tan rápidamente a la milicia talibán. Máxime teniendo en cuenta que esta tiene aproximadamente 80.000 combatientes, mientras que el Ejército del defenestrado gobierno contaba con más de 300.000 soldados.

Falta de respaldo aéreo de la OTAN

Tras esta debacle puede haber varias razones. La fuerza aérea fue un factor crucial en las operaciones contra los talibanes en las pasadas dos décadas. Las fuerzas afganas pudieron contar siempre con el respaldo aéreo de la OTAN y Estados Unidos. Con la retirada de los aliados, los militares afganos perdieron un elemento clave en el campo de batalla.

Mohammad Shafiq Hamdam, un experto en seguridad radicado en Kabul, explicó a DW que las fuerzas de seguridad afganas eran financiera y militarmente dependientes de Estados Unidos y quedaron en una situación expuesta y vulnerable a medida que avanzaba la retirada.

“El acuerdo de Doha entre Estados Unidos y los talibanes el año pasado y la retirada incondicional de tropas de la OTAN este año levantaron la moral de los talibanes”, indicó a DW Attiqulá Amarjail, otro experto de la capital afgana.

Ejército afgano desmoralizado

Sin embargo, no hay que olvidar que Washington gastó cerca de 83.000 millones de dólares en entrenar y equipar a los militares afganos, de modo que las tropas locales deberían haber tenido capacidad suficiente, al menos en el papel, para hacer frente a los talibanes.

Analistas consideran que la desmoralización y la corrupción fueron dos razones relevantes del colapso del Ejército. Muchos vieron en el acuerdo de Doha una señal de que Estados Unidos ya no estaba interesado en Afganistán. Cuando Biden reemplazó a Trump, algunos oficiales alimentaron la esperanza de que el nuevo presidente les daría más tiempo, pero este mantuvo el plan de retirada y los aliados de Estados Unidos lo secundaron con rapidez.

De acuerdo con un reporte del Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU., el Ejército afgano fue incapaz de suministrar elementos vitales, como alimentos y municiones, a los soldados emplazados en diversas partes del país. El informe agrega que “la mayor parte de las tropas optó por hacer tratos con los talibanes, rendirse, o simplemente esfumarse, en lugar de arriesgar sus vidas por una causa perdida”. Y apunta que “algunas unidades afganas combatieron duramente”.

Corrupción en el Ejército

Organizaciones no gubernamentales y grupos de investigación informaron repetidamente sobre la rampante corrupción en el gobierno de Ashraf Ghani. De acuerdo con la serie “Afghanistan Papers” del Washington Post, de los 352.000 soldados y policías registrados como miembros de las fuerzas de seguridad afganas, solo 254.000 pudieron ser confirmados por el antiguo gobierno. Según el periódico, algunos comandantes no solo crearon “soldados fantasmas” para engrosar las nóminas, sino que escatimaron el pago de los soldados y no les suministraron lo necesario.

Analistas consideran que los esfuerzos estadounidenses por poner coto a la corrupción en Afganistán fueron tibios e inefectivos.

El factor de la motivación

Otra razón del colapso del Ejército fue la falta de una causa común, teniendo en cuenta que la lealtad a una tribu o una región prevalece en Afganistán sobre el sentido de lealtad al gobierno central de Kabul. El movimiento talibán, por el contrario, está unido por una ideología fundamentalista islámica.

Desde 2001, cuando Estados Unidos invadió Afganistán y puso fin al régimen talibán, los islamistas sostuvieron que no abandonarían su ideología islámica y llegarían hasta las últimas consecuencias para expulsar a los “imperialistas occidentales” e invasores del país.

(er/ms)

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