Los rayos son fenómenos atmosféricos fascinantes. Su fugacidad hace que verlos acostumbre a ser un pequeño acontecimiento.
Sin embargo, se calcula que en la Tierra caen cada día alrededor de ocho millones, unos seis mil por minuto. Sus dimensiones son sorprendentes: los hay de centenares de kilómetros de longitud, pero en promedio miden unos cinco kilómetros de largo y su anchura es de tan solo un centímetro.
En el experimento de este mes generamos un minirrayo casero para crear fulguritas, estructuras vítreas que surgen cuando una chispa eléctrica producida por la descarga entre dos nubes o entre una nube y la tierra impacta sobre un suelo arenoso como el de una playa o el desierto. Los rayos alcanzan temperaturas de más de 28 000 ºC, así que la arena se funde rápidamente, y al solidificarse aparece la fulgurita, un tubo vitrificado. El primer descubrimiento documentado de uno de estos objetos corresponde al pastor alemán David Hermann, que lo hizo en el año 1706.
Un rayo ‘ light ‘
Las fulguritas suelen ser pequeñas y alargadas, vitrificadas por dentro, rugosas y ramificadas por los lados. Algunas están recorridas por dentro por un canal vacío. Esta estructura tubular se debe a la expansión de los gases que aparecen al calentarse bruscamente la arena. Un rayo descarga de media unos 100 000 voltios y hasta 200 000 amperios. Nosotros ni nos acercamos a estos valores. Para producir la descarga usamos el transformador extraído y reciclado del interior de un microondas. Con este aparato conseguimos unos 4000 voltios y 0,2 amperios y una temperatura de unos 2000 ºC, suficiente para fundir la arena.
Una vez que está todo listo, solo falta ponerse las protecciones de manos y ojos, maximizar las precauciones y esperar a que surjan las fulgurantes fulguritas.
MuyInteresante