Un grupo de hombres armados asaltó el convoy de los reporteros David Beriain y Roberto Fraile en dos camionetas y una decena de motos
Los periodistas españoles David Beriain (Artajona, Navarra, 43 años) y Roberto Fraile (Barakaldo, Bizkaia, 47 años), que estaban desaparecidos desde este lunes en Burkina Faso después de que el convoy en el que viajaban por el este del país sufriera el ataque de un grupo armado, han muerto, según ha informado la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, este martes en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. Ambos reporteros y un ciudadano irlandés que viajaba con ellos han sido asesinados en un ataque de un grupo de hombres armados que asaltó el convoy en el que los tres se desplazaban. Permanece desaparecido un ciudadano de Burkina Faso que también se encontraba con los asesinados, informa la agencia France-Presse.
González Laya facilitó las iniciales de los periodistas, D. B. A. y R. F. F., y aseguró que esperaba una confirmación final para determinar la identidad de los cadáveres hallados en la zona. Después, minutos antes de las cuatro de la tarde, el presidente del Gobierno ha publicado en un tuit las identidades y ha dirigido un mensaje de pésame a las familias de los dos periodistas: “Se confirma la peor de las noticias. Todo el cariño para los familiares y allegados de David Beriain y Roberto Fraile, asesinados en Burkina Faso”.
El ataque se produjo sobre las nueve de la mañana del lunes en la carretera que une Fada N’Gourma y Pama. Los reporteros habían acudido a esta zona, próxima al parque nacional de Arli, para rodar un documental sobre la lucha de las autoridades burkinesas contra la caza furtiva. El convoy, integrado por dos vehículos tipo pick-up y unas 20 motocicletas en los que viajaban periodistas, agentes medioambientales y una escolta militar de seguridad, partió por la mañana de la localidad de Natiaboani y se detuvo en el kilómetro 60. Los españoles desaparecidos habían descendido de una de las pick-ups y manipulaban un dron para tomar fotografías aéreas cuando comenzó el ataque.
Hombres armados irrumpieron en dos camionetas y una decena de motos, lo que provocó que los integrantes del convoy se dispersaran. Miembros de la escolta y un ciudadano extranjero que resultó herido lograron llegar a Natiaboani. La Embajada de España en Malí, acreditada en Burkina Faso, se ha mantenido en contacto con las familias de los dos fallecidos. “Es una zona peligrosa, campo habitual de grupos terroristas y bandidos”, aseguró González Laya.
La autoría del asesinato de los dos periodistas y del ciudadano irlandés que les acompañaba ha sido asumida, a través de un un mensaje de audio que está pendiente de verificación, por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), una federación de grupos yihadistas liderada por el terrorista Iyad Ag Ghali y que está vinculada a Al Qaeda. El ministro de Comunicación y portavoz del Gobierno burkinés, Ousséni Tamboura, atribuyó el ataque a “terroristas” sin especificar a qué grupo pertenecían.
En vídeo, la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, afirma en una rueda de prensa, este martes, que han aparecido muertos los dos españoles desaparecidos tras el ataque en Burkina Faso.(EUROPA PRESS)
Alfonso Bauluz, secretario general en España de Reporteros Sin Fronteras y portavoz de las familias de los fallecidos, ha destacado el carácter “muy humano y noble” de Beriain y Fraile. La familia y los compañeros de la productora del primero, 93 Metros, recibieron este lunes una llamada suya, como ocurría habitualmente cuando estaba trabajando fuera de España. “Era una persona muy concienzuda y sabía que a los viajes había que ir provisto de sistemas de comunicación. Llevaba un teléfono satelital Thuraya”, ha descrito Bauluz, que detalla que, después de ese contacto, llegaron noticias “confusas”, que daban por desaparecidas a unas personas en la zona donde estaba el reportero y el cámara, desplazados desde hacía días para un trabajo sobre el furtivismo, y otras que señalaban que habían regresado a la base donde se alojaban, informa José M. Abad Liñán.
Bauluz ha destacado de Beriain su labor “innovadora” en el periodismo. En 2003 publicó un blog como periodista empotrado [insertado en tropas militares para una cobertura informativa] en la ocupación de Irak por las tropas estadounidenses. “En aquella época, ese era un sistema de narración muy novedoso”, ha subrayado. Del reportero asesinado destaca también que montara su productora, en la que trabajaba junto a su mujer, para abordar reportajes en zonas “de muy difícil acceso”.
De Roberto Fraile, el portavoz destaca que compatibilizase su trabajo estable, como cámara en una televisión de Castilla y León, con los viajes internacionales que abordaba en tiempo de vacaciones. “Trabajaba por pasión por el periodismo”, ha subrayado del profesional, al que describe como “riguroso, trabajador, muy discreto y siempre con su cámara al hombro”. Alfonso Bauluz confía en que las autoridades de Burkina Faso aborden la repatriación de los cuerpos en cuanto sea posible.
En vídeo, cuatro fragmentos de documentales en los que Beriain y Fraile se jugaron la vida.(DMAX)
David Beriain tenía una amplia experiencia como reportero en zonas de conflicto. A lo largo de su carrera periodística había trabajado, además de en Irak, en Afganistán, República Democrática del Congo, Sudán, Libia, México, Colombia o Venezuela. Especializado en documentales, su reportaje Diez días con la FARC le valió en 2009 el premio de periodismo digital José Manuel Porquet, mientras que su documental El negocio del secuestro en Venezuela fue nominado en 2019 a los premios RealScreen. En EL PAÍS publicó trabajos sobre las zonas cocaleras de Perú.
El cámara Roberto Fraile, afincado en Salamanca, también era experto en zonas complicadas. Resultó herido en la localidad siria de Alepo por el estallido de una granada. Uno de sus trabajos más conocidos, junto a David Beriain, fue Clandestino, una serie de documentales que se emitió en el canal Discovery Max.
El último incidente violento en que se vio envuelto un español en Burkina Faso tuvo lugar el 15 de febrero de 2019, cuando el misionero español Antonio César Fernández Fernández fue asesinado por un grupo de yihadistas que atacó el puesto de aduanas de la localidad de Nohao, en el sur del país. El salesiano regresaba por carretera a su domicilio en Uagadugú después de haber participado en un encuentro en Lomé, la capital de Togo.
Espiral de terror yihadista
Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo y ocupa el puesto 182 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. Enclavado en el Sahel central y con algo más de 20 millones de habitantes, más de dos millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, según Naciones Unidas, pese a que el primer producto de exportación es el oro, cuya explotación está en manos de empresas extranjeras.
Desde 2015 está atrapado en una espiral de violencia yihadista que parece no tener fin. Amplias zonas del país, sobre todo en el norte y el este, escapan al control del Estado. Distintos grupos armados campan allí a sus anchas y roban o extorsionan a la población. En respuesta a esta amenaza, un Gobierno desbordado con unas Fuerzas Armadas incapaces de hacer frente a la violencia ha tenido que recurrir a grupos de voluntarios y milicias comunitarias. Organizaciones de derechos humanos han denunciado un uso excesivo de la fuerza e incluso ejecuciones extrajudiciales de civiles cometidas tanto por el Ejército como por paramilitares.
Si en un primer momento los yihadistas penetraron desde la vecina Malí, en la actualidad son grupos locales afiliados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico los que siembran el terror en Burkina Faso. En determinadas zonas, estas katibas cooperan entre sí.
En los últimos tres años su actividad se ha extendido desde el norte hacia el este y el sur, llegando a las fronteras de Benín, Togo, Ghana y Costa de Marfil. Los parques nacionales y reservas como la de Arly, cerca de donde asesinaron a los dos periodistas españoles, son usados por los radicales como refugio y, al mismo tiempo, como fuente de ingresos mediante actividades como la caza furtiva o el tráfico ilegal de marfil.
Para combatir la extensión del yihadismo en el Sahel central, que afecta sobre todo a Malí, Níger, Burkina Faso y Chad, Francia tiene desplegados unos 5.100 soldados dentro del marco de la Operación Barkhane.
Asimismo, estos cuatro países más Mauritania se han unido en el G5 del Sahel, un dispositivo militar conjunto que permite el intercambio de información y tropas entre estados. España apoya logísticamente a Barkhane con un avión Hércules en la denominada Operación Marfil.
ElPais