Esto es lo que dice un estudio publicado en Plos One.
Quizás este titular es demasiado obvio para muchos sufridos padres que tienen que compatibilizar jornadas maratonianas de trabajo con el cuidado de los niños y las tareas del hogar, pero lo cierto es que el estudio al que hace referencia ha explorado un aspecto poco conocido hasta ahora, o al menos poco estudiado a nivel estadístico.
Por un lado, muchos trabajos han demostrado los efectos beneficiosos de vivir en pareja, tanto sobre la salud física como mental. Por ejemplo, un estudio publicado en el American College of Cardiology revelaba que las personas casadas son menos propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares, posiblemente debido a la estabilidad emocional y los cuidados mutuos que se dan los miembros de la pareja.
Pero, ¿qué pasa cuando vienen los hijos? En la mayoría de países del mundo, especialmente en aquellos que tienen escasas o nulas políticas de conciliación, los padres de niños menores de edad manifiestan más estrés y, en general, parecen menos satisfechos con la vida que los adultos sin hijos: duermen menos, tienen menos dinero y, por supuesto, menos tiempo libre. Sin embargo, los efectos de la paternidad sobre el bienestar de los progenitores son confusos, puesto que algunos estudios también han encontrado que las personas con descendencia, especialmente los hombres, tienen una mayor esperanza de vida.
Pues bien, un estudio que se acaba de publicar en la revista Plos One ha hilado un poco más fino y concluye que el efecto de los hijos sobre el bienestar de sus padres es diferente según la edad o, más bien, el momento del ciclo vital de sus progenitores. Las personas mayores de 50 años y, en general, con hijos independizados, están más satisfechas con la vida y presentan menos síntomas de depresión que quienes no tuvieron descendencia.
Los hijos, un apoyo social en la madurez
“Dependiendo de la etapa de la vida, los efectos de la paternidad son diferentes, y nuestro estudio sugiere que los aspectos positivos dominan conforme se va envejeciendo”, explican los autores en el artículo. “Entre otros, los hijos ejercen un papel importante como apoyo social para sus padres en las etapas maduras de la vida”.
Dicho de otro modo: cuando los hijos se independizan suelen dejar de ser una fuente de estrés para sus progenitores y empiezan a predominar otros aspectos más amigables de la relación: la prole es una fuente de relaciones sociales, de cuidados y, en ocasiones, hasta de sostén económico (aunque parece que con la crisis económica esta tendencia se ha vuelto a revertir y son los padres pensionistas y los abuelos los que siguen manteniendo a muchas familias).
Con respecto al hecho de tener nietos, los resultados del trabajo no aportan mucha claridad: por un lado, son fuente de alegría y de ese apoyo social del que hablábamos en el párrafo anterior, pero a su vez, y más en países con escaso apoyo a la paternidad, también son motivo de estrés puesto que los abuelos se convierten, de lunes a viernes, en los cuidadores principales de los niños mientras los padres están trabajando.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores, de la Universidad de Heildelberg (Alemania), analizaron los datos de una encuesta que había preguntado a más de 55.000 personas de más de 50 años de más de 16 países europeos sobre su bienestar emocional. Además, los investigadores encontraron asociaciones positivas entre el bienestar y el estado civil y otro tipo de redes sociales. En conclusión: con hijos o sin ellos, en pareja o soltero, parece que envejecemos mucho mejor si lo hacemos acompañados.
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