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No hab??a pasado mucho tiempo desde su llegada a la Zona de Exclusi??n de Chern??bil cuando Bogdan se dio cuenta de que su nuevo trabajo inclu??a a algunos compa??eros inesperados. Desde sus primeros d??as como guardia de control en Chern??bil, ha compartido el lugar con una jaur??a de perros.

Bogdan (no es su nombre real) est?? ahora en su segundo a??o de trabajo en la zona y ha llegado a conocer bien a los perros. Algunos tienen nombre, otros no. Algunos permanecen cerca, otros permanecen separados, van y vienen cuando les place. Bogdan y los otros guardias los alimentan, les ofrecen refugio y ocasionalmente les brindan atenci??n m??dica. Los entierran cuando mueren.

Todos los perros son, en cierto sentido, refugiados del desastre del 26 de abril de 1986 ???hace 35 a??os???en el que explot?? el reactor n??mero 4 en la Central Nuclear de Chern??bil.

Posteriormente, decenas de miles de personas fueron evacuadas de la ciudad ucraniana de Pripyat. Se les dijo que dejaran a sus mascotas.

Los soldados sovi??ticos dispararon a muchos de los animales abandonados en un esfuerzo por evitar la propagaci??n de la contaminaci??n. Pero algunos de los animales se escondieron y sobrevivieron.

Despu??s de 35 a??os, cientos de perros callejeros ahora deambulan por la Zona de Exclusi??n de 2.600 km establecida para restringir la circulaci??n de personas dentro y fuera del ??rea.

Nadie sabe cu??les de los perros descienden directamente de las mascotas varadas y cu??les pueden haber llegado desde otro lugar. Pero ahora todos son perros de la zona.

Sus vidas son peligrosas. Est??n en riesgo de contaminaci??n radiactiva, ataques de lobos, incendios forestales y hambre, entre otras amenazas. La esperanza de vida promedio de los perros es de solo cinco a??os, seg??n Clean Futures Fund, una organizaci??n no gubernamental que monitorea y brinda atenci??n a los perros que viven dentro de la Zona de Exclusi??n.

Un perro callejero en la zona radioactiva de Pripyat, la ciudad que qued?? abandonada luego del desastre.
Pie de foto,Algunos perros que viven en la Zona de Exclusi??n pueden ser descendientes de las mascotas abandonadas durante la evacuaci??n de 1986, pero otros pueden haber llegado de casualidad.

Es bien sabido que los perros habitan este lugar en ruinas. Algunos de ellos incluso se han convertido en celebridades menores en las redes sociales.

El cofundador de Clean Futures Fund, Lucas Hixson, quien abandon?? su carrera de investigaci??n para cuidar de los animales, ofrece recorridos virtuales por la Zona de Exclusi??n con los perros.

Pero se sabe menos sobre los trabajadores locales que interact??an con estos caninos a diario.

Apodos

Jonathon Turnbull, candidato a doctor en geograf??a en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, se dio cuenta de que valdr??a la pena recopilar las historias de estas personas.

“Si quer??a conocer a los perros”, dice, “ten??a que acudir a las personas que mejor los conoc??an, y esos eran los guardias”.

Lo que descubri?? es una conmovedora historia de la relaci??n de los guardias con los animales de este entorno abandonado, una historia sobre el profundo v??nculo entre humanos y perros.

Por ejemplo, los guardias han puesto apodos a varios de los perros.

Seg??n Turnbull, est?? Alpha, cuyo nombre hace referencia a un tipo de radiaci??n, y Tarz??n, un perro muy conocido por los turistas de Chern??bil, que puede hacer trucos cuando se le ordena y que vive cerca de la famosa instalaci??n del radar Duga.

Luego est?? Sausage, una perrita baja y gorda a la que le gusta recostarse sobre las tuber??as de calefacci??n en invierno. Estas tuber??as sirven a uno de los edificios utilizados por los trabajadores en la Zona de Exclusi??n que son parte de los esfuerzos en curso para desmantelar y descontaminar la planta de energ??a en ruinas.

“Cara de piedra”

El acceso a la Zona de Exclusi??n de Chern??bil requiere un permiso, por lo que los guardias tienen la tarea de vigilar los puntos de control de entrada y salida del ??rea.

Las personas que esquivan estos puntos de control para entrar sin autorizaci??n en la Zona de Exclusi??n se conocen como “acosadores”. Los guardias los denuncian a la polic??a.

Cuando Turnbull, que vive en la capital de Ucrania, Kiev, comenz?? a hacer visitas regulares a la zona, se encontr?? con Bogdan y otros guardias de los puestos de control.

Ten??an cara de piedra y se mostraban reacios a hablar al principio, as?? que les llev?? vodka y chocolates.

Luego les ofreci?? la oportunidad de participar en su investigaci??n, que seg??n ??l fue un “punto de inflexi??n”.

Los guardias ten??an solo una solicitud: “por favor, por favor, traigan comida para los perros”. Eso fue lo que Turnbull hizo.

Sergey Shamray, trabajador de la planta nuclear de Chern??bil le da pedazos de pan a unos perros callejeros, en 2017.
Pie de foto,Los guardias alimentan a los perros callejeros.

Turnbull entrevist?? a uno de los participantes del estudio en nombre de BBC Future. El guardia en cuesti??n ha pedido no ser identificado para evitar una acci??n disciplinaria en el trabajo, por lo que aqu?? nos referimos a ??l con el seud??nimo de “Bogdan”.

Lealtad

Cuando Bogdan camina por las calles abandonadas de la zona en busca de acosadores, los perros lo acompa??an felices, dice. Siempre parecen ansiosos por ver si ??l o un turista podr??an llevar comida. Si un perro de compa????a se distrae o sale corriendo para perseguir a un animal, eventualmente regresa a Bogdan, agrega.

La lealtad va en ambos sentidos. Turnbull dice que a veces los guardias se toman la molestia de ayudar a los perros sac??ndoles las garrapatas incrustadas en la piel o poni??ndoles inyecciones contra la rabia.

Monitorear qui??n entra y sale de la Zona de Exclusi??n a veces resulta en una ocupaci??n aburrida. Pero siempre hay perros cerca.

En algunos puestos de control, los guardias han adoptado m??s o menos a algunos de los animales. Los alimentan y les dan cobijo. Pero no todos son tan mansos. Durante su investigaci??n, un guardia le dijo a Turnbull: “No podemos inyectar a Arka porque muerde”.

Otro participante habl?? de una perrita que era a??n m??s dif??cil de abordar. Se niega a ser tocada en absoluto. “Debes darle una sart??n [de comida] y marcharte. Ella espera hasta que te vayas y luego come”, explic?? el guardia.

Guardias de Chern??bil con un perro callejero en 2017.
Pie de foto,Algunos guardias dicen que los perros los alertan de la presencia de intrusos.

Los perros a veces ladran a los extra??os a primera vista, esa es su naturaleza, cuenta Bogdan. Pero mientras no se sientan amenazados, a veces se calman y mueven la cola. De vez en cuando, incluso parece que est??n sonriendo, agrega.

Peligro de radiaci??n

En general, se aconseja a los visitantes de Chern??bil que no toquen a los perros, por temor a que los animales puedan llevar polvo radiactivo. Es imposible saber d??nde deambulan los animales y algunas partes de la Zona de Exclusi??n est??n m??s contaminadas que otras.

Adem??s de los perros, hay vida silvestre en la Zona de Exclusi??n de Chern??bil. En 2016, Sarah Webster, una bi??loga del gobierno de EE.UU. que trabajaba en la Universidad de Georgia en ese momento, y sus colegas publicaron un art??culo en el que revelaron c??mo los mam??feros, desde lobos hasta jabal??es y zorros rojos, hab??an colonizado la Zona de Exclusi??n.

Los datos de c??maras ocultas mostraron que el n??mero de animales no necesariamente era m??s bajo en aquellas ??reas donde la contaminaci??n radiactiva es mayor.

Los animales que viven en la Zona de Exclusi??n no est??n necesariamente confinados all??. Un estudio posterior de Webster y sus colegas, publicado en 2018, detall?? los movimientos de un lobo monitoreado con un dispositivo GPS. Viaj?? 369 km desde la zona, siguiendo un arco largo hacia el sureste, luego nuevamente hacia el noreste, y finalmente entr?? a Rusia.

Lobos en la zona de exclusi??n.
Pie de foto,Tambi??n hay lobos en la Zona de Exclusi??n.

En teor??a, los lobos, perros y otros animales podr??an transportar contaminaci??n radiactiva, o mutaciones gen??ticas potencialmente transmitidas por reproducci??n, a lugares fuera de la Zona de Exclusi??n.

“Sabemos que est?? sucediendo, pero no entendemos el alcance o la magnitud”, dice Webster.

Turnbull dice que los guardias generalmente no se preocupan por la radiaci??n, aunque ocasionalmente pueden usar dos??metros para revisar a un perro.

“Asistentes”

En realidad, parece que los perros, a trav??s de la compa????a que ofrecen, terminan tranquilizando a quienes interact??an con ellos regularmente, explica Greger Larson, un arque??logo que estudia la domesticaci??n animal en la Universidad de Oxford y que no particip?? en la investigaci??n de Turnbull.

“Se est??n poniendo en la piel de los perros”, sugiere, refiri??ndose a los guardias. “Si el perro est?? bien, eso significa que est??s bien”.

Un perro callejero con ojos tristes pide comida en la zona de exclusi??n.
Pie de foto,A pesar de vivir en un ??rea donde los humanos todav??a est??n en gran parte excluidos, los perros alrededor de Chern??bil llevan una vida “pr??spera”.

Pero en verdad, esto puede ser solo una falsa sensaci??n de seguridad.

“Es un entorno extra??o”, se??ala Turnbull. “No puedes ver el peligro. Est??s constantemente consciente de que podr??a estar ah??, pero todo parece normal”.

A pesar de que los perros podr??an representar un riesgo en t??rminos de radiactividad, los guardias como Bogdan enfatizan en cambio los beneficios de tenerlos cerca.

Por ejemplo, afirma conocer perros que ladran de formas notablemente diferentes seg??n lo que hayan visto en la distancia: un humano desconocido, un veh??culo, un animal salvaje.

Debido a estas ??tiles se??ales de advertencia, Bogdan piensa en los perros como “asistentes”.

“Mundo postapocal??ptico”

Lo que est?? sucediendo en la Zona de Exclusi??n es un eco de interacciones con perros que se sabe que han ocurrido dentro de las civilizaciones humanas durante miles de a??os, dice Larson.

Perros en un parque de diversiones de Prypiat, una ciudad abandonada despu??s del desastre.
Pie de foto,Los perros de Chern??bil se han vuelto casi tan famosos como la ic??nica noria del parque de atracciones de Pripyat.

“Vemos esto durante los ??ltimos 15.000 a??os o m??s. Esto es lo que la gente hace, asociaciones muy cercanas no solo con perros sino con muchos animales dom??sticos [???] para decir ‘este es nuestro apego al paisaje'”, explica.

En todo el mundo, hay perros que viven en un estado intermedio similar: no del todo domesticados ni del todo salvajes. Estos son los perros que deambulan por las ciudades y ??reas industriales en busca de comida, los que pueden ser adoptados hasta cierto punto por las personas, pero que no llegan a considerarse mascotas.

Un cachorro callejero camina a lo largo de unas v??as de tren cerca de la planta nuclear de Chern??bil, en 2017.
Pie de foto,Un estimado de 900 perros viven en la Zona de Exclusi??n.

Los perros de Chern??bil tambi??n viven en este tipo de espacio, al borde de la domesticaci??n, pero hay una diferencia, seg??n Webster, quien anteriormente ha participado en un estudio distinto al de Turnbull.

“La Zona de Exclusi??n es muy diferente porque est?? abandonada por humanos”, relata. “Las ??nicas personas en ese paisaje en el d??a a d??a, en realidad, son los guardias”. Como tal, las oportunidades de los perros para hacerse amigos de los humanos son muy limitadas.

Si bien el mundo exterior sigue fascinado por los perros y su historia, para muchos guardias la conexi??n es mucho m??s profunda.

Bogdan dice que a menudo se le pregunta por qu?? se debe permitir que los perros permanezcan en la Zona de Exclusi??n.

“Nos dan alegr??a”, responde. “Para m??, personalmente, esto es una especie de s??mbolo de la continuaci??n de la vida en este mundo radiactivo y postapocal??ptico”.

BBC News

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